Mientras Estados Unidos y China lideran la revolución tecnológica, Rusia busca desesperadamente no quedar relegada. Las sanciones internacionales y la falta de infraestructura avanzada colocan al Kremlin en una posición vulnerable, a pesar de su retórica de grandeza y sus ambiciones estratégicas en el ámbito de la inteligencia artificial.
Jueves 02 de enero de 2025 | 11:44
El 24 de abril de 2023, Rusia hizo un intento por alzar su voz en el terreno de la inteligencia artificial (IA) al lanzar GigaChat, un chatbot que aspira a competir con ChatGPT. Sin embargo, lejos de representar un avance tecnológico revolucionario, este lanzamiento es más bien una muestra de las dificultades que enfrenta el Kremlin en un ámbito dominado por potencias como Estados Unidos y China. Según el Índice Global de IA de Tortoise Media, Rusia ocupa apenas el puesto 31 entre 83 países evaluados, lo que evidencia su rezago en un sector que no solo define el progreso tecnológico, sino también el equilibrio geopolítico del futuro.
A diferencia de la carrera en tecnologías cuánticas, donde Rusia mantiene cierta relevancia aunque rezagada respecto a los líderes, en el ámbito de la IA parece haber perdido el tren. El gobierno de Vladímir Putin no ha escatimado en retórica ni en intentos por ganar terreno, pero los hechos revelan un panorama distinto. Atrapada en un contexto de sanciones internacionales lideradas por Estados Unidos, Rusia enfrenta severas limitaciones para acceder a componentes esenciales como las GPU avanzadas necesarias para entrenar algoritmos de inteligencia artificial. Según German Gref, director ejecutivo de Sberbank, este déficit técnico es uno de los mayores obstáculos que enfrentan para competir en este terreno.
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Es aquí donde entra en juego China. Desde el Kremlin se ha enfatizado la necesidad de fortalecer la cooperación con el gigante asiático, un socio estratégico que también sufre las sanciones occidentales pero que, a diferencia de Rusia, ha logrado avances notables en el desarrollo de IA. La alianza entre Rusia y China no es nueva, pero en el ámbito tecnológico parece estar tomando un cariz más pragmático. En diciembre de 2023, Putin instó a su equipo de gobierno y a Sberbank a liderar los esfuerzos nacionales en IA con el objetivo de garantizar una cooperación más estrecha con la República Popular China.
La elección de China como socio principal no es casual. El país liderado por Xi Jinping ha demostrado su capacidad para desafiar las restricciones impuestas por Occidente, desarrollando sus propios semiconductores y avanzando significativamente en áreas clave como el aprendizaje profundo y la robótica. Sin embargo, esta alianza, que en principio parece una estrategia lógica, también expone la dependencia de Rusia en un socio que tiene sus propias prioridades y objetivos.
La participación de Rusia en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) también busca posicionarla como una alternativa al dominio occidental en el ámbito tecnológico y económico. Esta organización, que aglutina más del 40% de la población mundial y un cuarto del producto interior bruto global, es presentada como una respuesta al G7. Sin embargo, en términos tecnológicos, los BRICS aún están lejos de competir con el bloque liderado por Estados Unidos y sus aliados europeos.
Mientras tanto, el lanzamiento de GigaChat se queda corto frente a las expectativas. Aunque fue presentado como una respuesta a ChatGPT, carece de las capacidades avanzadas y del nivel de desarrollo que caracterizan a su contraparte estadounidense. Esto deja en evidencia que Rusia está, al menos por ahora, más enfocada en proyectar una imagen de competitividad que en construir una base sólida para un liderazgo tecnológico real.
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El problema, no obstante, no se reduce a las sanciones ni a la falta de acceso a componentes de hardware. La ausencia de una estrategia integral y de inversiones significativas en investigación y desarrollo también contribuye al rezago. Mientras Estados Unidos y China destinan miles de millones de dólares a la investigación en IA, Rusia parece apostar más por la retórica y la dependencia de sus socios internacionales.
Desde una perspectiva crítica, resulta evidente que las ambiciones de Putin en el ámbito de la IA chocan con la realidad de un país que carece de los recursos necesarios para liderar esta revolución tecnológica. Más allá de las alianzas estratégicas y los anuncios rimbombantes, la posición de Rusia en el Índice Global de IA refleja una verdad ineludible: sin un cambio radical en su enfoque, el Kremlin seguirá siendo un actor secundario en una de las competencias más importantes del siglo XXI.
Fuente:
????(Por Hugo Muleiro) El oficialismo contó en diciembre con el esfuerzo denodado de los medios más potentes del país, Clarín, La Nación e Infobae, para ocultar el nudo principal de los actos ilegales del senador Kueider, es decir el origen del dinero
— En Orsai (@EnOrsai) January 2, 2025
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