(Por Osvaldo Peralta) El sector automotriz argentino enfrenta uno de sus peores momentos en décadas. La provincia de Córdoba, un pilar fundamental de la industria junto a Buenos Aires, es el epicentro de esta crisis. Las cifras son alarmantes: en el primer semestre de 2024, las ventas de autos cayeron un 22,6%, la producción retrocedió un 23,8% y las exportaciones bajaron un 17,7%. Estas estadísticas, proporcionadas por el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), pintan un cuadro sombrío para una industria ya debilitada.

Renault-Nissan, Fiat-Stellantis e Iveco, tres de las principales automotrices con plantas en Córdoba, han implementado drásticas medidas de ajuste. La fábrica Santa Isabel de Renault-Nissan redujo su producción a un solo turno de seis horas para los modelos Renault y mantuvo dos turnos de seis horas para Nissan. Esta medida busca evitar la pérdida de empleos, aunque muchos trabajadores ya han sido afectados por programas de retiro voluntario y jubilaciones anticipadas.

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En la planta de Fiat-Stellantis en Ferreyra, el ritmo de producción del Fiat Cronos ha disminuido significativamente. Aunque no se han reducido los turnos ni las horas de trabajo, la baja demanda ha obligado a la fábrica a adaptarse a una nueva realidad de menores ventas y exportaciones. Iveco, por su parte, ha recortado temporalmente un turno de producción, con la esperanza de recuperar la normalidad en el corto plazo.

Estas reducciones en la producción también afectan a las empresas autopartistas que abastecen a estas fábricas. El impacto en la cadena de suministro es profundo y extenso, creando un efecto dominó que amenaza con desestabilizar aún más la economía regional.

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Las políticas económicas del presidente Javier Milei han sido un catalizador para esta crisis. La estrategia de liberalización y desregulación ha resultado en una caída significativa del poder adquisitivo, afectando directamente el consumo interno. Los números oficiales de la Asociación de Concesionarios de Automotores (ACARA) reflejan una realidad incuestionable: entre enero y junio de 2024, se vendieron 182.399 automóviles cero kilómetro, una disminución del 22,6% en comparación con el mismo período de 2023. Esta caída también es notablemente peor que en los años previos, incluso comparada con la situación durante la pandemia.

El sindicato SMATA ha intentado minimizar el impacto en los trabajadores negociando con las fábricas para reducir horas sin afectar significativamente los salarios. Sin embargo, estas medidas paliativas no son suficientes para contrarrestar la debacle. Renault implementó un sistema de retiros voluntarios con compensaciones, y redujo los turnos de trabajo a seis horas en su planta de montaje de vehículos. Fiat ha ajustado su producción sin reducir los turnos, pero se reserva el derecho a interrumpir la producción según sea necesario. Iveco también ha reducido la jornada laboral a seis horas para adaptarse a la demanda actual.

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La situación es tan grave que incluso Volkswagen, con su centro industrial en Córdoba, ha tenido que reducir las horas de trabajo en dos de sus plantas. Estas decisiones, aunque temporales, reflejan la magnitud de la crisis que enfrenta la industria.

La recuperación de la industria automotriz en Argentina parece lejana. Las expectativas de mejora para el segundo semestre de 2024 son limitadas, y los fabricantes no ven signos de una recuperación rápida. La caída de las ventas, combinada con problemas externos como las inundaciones en Brasil que interrumpieron el suministro de partes, ha creado un escenario de incertidumbre y preocupación.

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El vocero de SMATA Córdoba, Javier García, ha expresado su preocupación por el impacto en los operarios y proveedores. "La baja se siente y no sólo afecta a los operarios de las fábricas sino a todos los proveedores directos e indirectos", afirmó. Las negociaciones entre el sindicato y las fábricas buscan mitigar el impacto, pero las soluciones a corto plazo no abordan las raíces profundas del problema: una economía debilitada por políticas que han fallado en estimular el consumo y proteger el empleo.

La crisis de la industria automotriz en Córdoba es un reflejo de las consecuencias más amplias de las políticas económicas del gobierno de Javier Milei. La liberalización y desregulación han llevado a una caída del poder adquisitivo, afectando directamente al consumo interno y a la industria. Mientras las fábricas luchan por adaptarse a una demanda en declive y los trabajadores enfrentan la incertidumbre laboral, queda claro que las soluciones deben ir más allá de ajustes temporales. La economía argentina necesita un replanteamiento estratégico que priorice la protección del empleo y el estímulo del consumo interno para evitar un colapso aún mayor.

Fuentes:

https://ar.motor1.com/news/725299/produccion-cordoba-smata/

https://www.infobae.com/autos/2024/07/03/las-fabricas-automotrices-de-cordoba-reducen-su-produccion-por-la-menor-demanda-de-autos-0-km/

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— En Orsai (@EnOrsai) July 8, 2024