DELITO

Espert en defensa de Mercado Libre: Para los ricos, todo; para el pueblo, nada

Con un acto de “libertad” en La Matanza, el diputado José Luis Espert irrumpe en un predio clausurado, rompiendo sellos y forzando rejas, en una clara señal de apoyo al empresario multimillonario Marcos Galperin y bajo el manto de protección que le ofrece Javier Milei. En su accionar, revela una doble moral en defensa de las elites mientras elogia las acciones de la ultraderecha.

Espert en defensa de Mercado Libre: Para los ricos, todo; para el pueblo, nada

Walter Onorato // Sábado 26 de octubre de 2024 | 23:00

(Por Walter Onorato) El diputado José Luis Espert se presenta como el libertador de La Matanza mientras rompe sellos de clausura y abre rejas para defender los intereses de los más ricos. Su retórica, con la venia de Milei, revela su apoyo a las grandes fortunas y a quienes buscan desestabilizar el control estatal.

En un acto que raya lo teatral, el diputado nacional José Luis Espert lideró una comitiva de aliados libertarios para invadir un predio del Mercado Libre en La Matanza, que había sido clausurado por orden del intendente Fernando Espinoza. Rompiendo fajas y forzando rejas, Espert se presentó como el “paladín de la libertad”, una libertad que, en su interpretación, parece estar siempre alineada con los intereses de los poderosos y las grandes fortunas, mientras desprecia y deja de lado a los trabajadores y a los sectores más vulnerables.

El lamentable espectáculo ofrecido por Espert, junto a figuras como Nahuel Sotelo y otros referentes de La Libertad Avanza, muestra no solo su postura desafiante hacia la autoridad municipal sino también su disposición a utilizar su cargo de diputado para legitimar actos que bordean la ilegalidad. En sus declaraciones, Espert arremetió contra Espinoza, acusándolo de “polizonte” y “usurpador”, mientras destrozaba el sello de clausura. La escena culminó con el grito sin contenido de “¡Viva la libertad, carajo!” una exclamación hueca cuando se la analiza desde la perspectiva de los trabajadores y los ciudadanos de a pie que enfrentan la precarización que su movimiento impulsa.

 

 

Las críticas del vandálico acto no tardaron en llegar. El líder social Juan Grabois no se guardó nada y se refirió a Espert y sus aliados como “arrastrados” y “libergarcas” que defienden a los ricos y poderosos. Grabois destacó la hipocresía que impera en la política de Milei y Espert, especialmente cuando ignoran los derechos de quienes más necesitan el apoyo estatal. “La justicia social se hace peleando con los de arriba y defendiendo a los de abajo”, sentenció Grabois, desnudando el trasfondo de la agenda libertaria que busca profundizar la desigualdad en nombre de una “libertad” que solo beneficia a quienes ya poseen las mayores riquezas.

La presencia de Espert en La Matanza no fue casual. Su respaldo abierto a Mercado Libre y a su CEO, Marcos Galperin, conocido por su postura antiestatal, dejó en claro su compromiso con las corporaciones que buscan operar sin regulaciones ni restricciones. Galperin había manifestado su descontento con el municipio por la clausura del predio, argumentando que Espinoza representa a una “casta empobrecedora” que ataca al capital. Las palabras de Espert en defensa de Galperin evidencian una peligrosa inclinación por permitir que los grandes empresarios eludan la normativa, mientras se intensifican las medidas de ajuste para los sectores populares y se desprecia cualquier regulación que proteja a la ciudadanía de los abusos del capital.

Este acto también ha dejado en evidencia la complicidad del gobierno de Javier Milei, quien celebró públicamente a Espert, anunciándolo como su futuro candidato a la gobernación de Buenos Aires. Milei no disimula su apoyo a las corporaciones, ni tampoco su intención de colocar en el poder a quienes están dispuestos a romper el sistema de regulaciones y controles. La simpatía de Milei hacia Espert, que ha demostrado estar dispuesto a violar las normativas en nombre de la “libertad”, solo profundiza la percepción de que su gobierno representa una amenaza directa al orden democrático y a la soberanía de las instituciones.

 

 

Para Espert y Milei, la “libertad” se ha convertido en un eslogan vacío que enmascara su voluntad de desmantelar el Estado en beneficio de los ricos. Mientras Espert y su comitiva irrumpen en terrenos clausurados en nombre de la “libertad”, las cifras de pobreza en Argentina crecen, los salarios pierden su poder adquisitivo y los servicios públicos están cada vez más deteriorados. Las palabras de Espert atacan a la “casta”, pero en realidad defienden a quienes tienen el poder económico y buscan perpetuar un sistema de privilegios. Su ataque contra Espinoza no es una defensa de los ciudadanos, sino una defensa de aquellos que pueden pagar su propio camino, mientras se continúa con una agenda de recortes y desfinanciación que afecta a los sectores más vulnerables.

En este contexto, la pregunta que surge es: ¿quiénes son los verdaderos beneficiarios de esta “libertad” que Espert y Milei proclaman? La respuesta se hace evidente cuando observamos los efectos de sus políticas: se busca eliminar las regulaciones que protegen a los trabajadores, desfinanciar la educación pública y permitir que el mercado controle todos los aspectos de la vida social. Bajo el liderazgo de Milei y Espert, el concepto de “libertad” no es más que una herramienta de opresión disfrazada de idealismo, una herramienta que busca privar a las mayorías de los derechos conquistados a lo largo de décadas de lucha social.

La retórica de Milei y Espert intenta desdibujar la línea entre libertad y abuso, entre derechos y privilegios, y entre progreso y retroceso. Grabois lo advirtió claramente: “La justicia social se hace peleando con los de arriba y defendiendo a los de abajo”. En este sentido, la actuación de Espert no hace más que confirmar que su visión de la política no se centra en la justicia, sino en una falsa libertad que empodera a los ricos y ahoga a los pobres. La narrativa de la “libertad”, utilizada como estandarte, ha pasado de ser una promesa de progreso a convertirse en una amenaza directa contra el bienestar social y la equidad.

 

 

El camino elegido por Espert y su séquito es claro: respaldar a los millonarios, justificar su accionar y demonizar a los trabajadores y al Estado. Esta postura representa una traición a los ideales de justicia y equidad, y alienta un modelo de país que está peligrosamente cerca del abismo. Las instituciones, la regulación y el respeto a la ley son pilares de una sociedad equitativa y organizada, y su destrucción solo traerá más desamparo y desigualdad. La libertad, en su verdadera esencia, no es un privilegio para unos pocos; es un derecho de todos.

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