EL CUARTITO

Pizzería icónica de Buenos Aires se convirtió en campo de batalla político en las redes sociales

La visita de Victoria Villarruel a la histórica pizzería "El Cuartito" desató un aluvión de críticas y debates en redes sociales. Entre quienes la celebran y aquellos que la condenan, el local icónico de Buenos Aires se encuentra ahora en el ojo de la tormenta política.

Pizzería icónica de Buenos Aires se convirtió en campo de batalla político en las redes sociales

Martes 17 de septiembre de 2024 | 10:09

En los últimos días, "El Cuartito", una de las pizzerías más emblemáticas de Buenos Aires, se ha vuelto tendencia en las redes sociales, pero no por la calidad de sus pizzas. La controversia estalló cuando la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, visitó el lugar tras la presentación del presupuesto 2025 en el Congreso. Acompañada de su equipo del Senado, Villarruel no solo disfrutó de una comida, sino que también se sumó a la acción: cortó pizzas y sirvió a algunos comensales, un gesto que rápidamente se viralizó en las redes.

La escena, que podría haber quedado como una simpática anécdota, rápidamente tomó un giro político. Mientras algunos usuarios de Twitter aplaudían la cercanía de Villarruel con los trabajadores del local, otros no tardaron en lanzar duras críticas, enfocándose en su rol dentro del gobierno de Javier Milei y su defensa de la dictadura cívico-militar argentina. La indignación escaló a tal punto que algunos usuarios promovieron un boicot contra la pizzería, utilizando el hashtag "El Cuartito Nunca Más" y acusando al restaurante de recibir a "gente que justifica el golpe militar".

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El episodio no es un hecho aislado, sino una manifestación más de la polarización que vive el país. Las críticas hacia Villarruel se centraron en su defensa de los militares que participaron en la dictadura argentina, una posición que ha generado fuertes divisiones en la sociedad. En plataformas como Twitter, muchos usuarios expresaron su enojo, comparando la visita de Villarruel a "El Cuartito" con un acto de provocación y llamando a preferir otras pizzerías tradicionales de la ciudad, como Güerrin, percibida como menos politizada.

Entre las críticas más resonantes, algunos señalaron que "El Cuartito" debería haberse negado a recibir a una figura política que defiende posturas tan controvertidas. "Estaba todo bien hasta que llevaron y agasajaron a gente que justifica la dictadura cívico-militar", publicó un usuario, mientras que otros comentarios en Tripadvisor y Google Maps también reflejaron la tensión que generó la visita de la vicepresidenta.

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Sin embargo, no todos los comentarios fueron negativos. Los seguidores de Villarruel, y por extensión, del gobierno de Milei, defendieron su derecho a asistir al local y destacaron que pagó por su comida como cualquier cliente. La propia Villarruel respondió con ironía a las críticas, desatando una serie de intercambios que avivaron aún más la discusión. "Eso hacían en tu gobierno. Acá nosotros nos pagamos lo nuestro", escribió la vicepresidenta en respuesta a un comentario que la acusaba de gastar dinero público en su cena.

 

La controversia llevó a que otros usuarios sugirieran que Villarruel debería visitar más restaurantes para generar una reacción similar entre sus detractores, quienes, según estos usuarios, no tendrían a dónde ir si cada vez más locales la recibieran con los brazos abiertos. La ironía y el sarcasmo dominaron esta parte del debate, mientras que la pizzería se encontraba en el centro de la conversación nacional, sin haberlo previsto.

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Lo que comenzó como una simple visita a una pizzería terminó convirtiéndose en un símbolo de las tensiones políticas que atraviesan el país. Mientras "El Cuartito" intentaba continuar con su rutina de servir una de las mejores fugazzetas de Buenos Aires, la política se filtraba en sus mesas y sus hornos. La polarización social argentina ha demostrado que ningún espacio, por más cotidiano que sea, está exento de la influencia de la grieta.

 

Este episodio refleja cómo las figuras políticas, sus acciones y los lugares que frecuentan pueden ser utilizados como terreno de batalla en el mundo de las redes sociales, donde cada gesto, por más inocente que parezca, puede ser interpretado como un acto político.

 

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