Para hablar del famoso término “desarraigo”, es fundamental hacer un recorrido histórico introductorio para ponernos en contexto. Desde la segunda mitad del siglo XIX, comenzó en la Argentina un largo y masivo proceso inmigratorio que tuvo como protagonista la llegada de inmigrantes de todas partes de Europa, predominantemente italianos y españoles, que huían de la catastrófica situación que vivían en el viejo continente.
Redacción EnOrsai // Domingo 30 de mayo de 2021 | 16:11
(Por Dylan Rubio Grandicelli - @DylanRubio05) Este proceso, llevó a la Argentina a una profunda y diversa transformación en su matriz cultural, social, política y económica, ya que estos nuevos habitantes mezclaron sus costumbres, estructura social e ideas con las de los rioplatenses.
Así es como comenzó uno de los problemas más emblemáticos e invisibilizados de la historia de nuestro país. Con las nuevas necesidades que surgieron en base al repentino y masivo aumento poblacional, que venía en busca de una nueva vida, con nuevas oportunidades, se terminó derivando en que se asentaran en las grandes ciudades, donde estaban las fábricas y grandes empresas de la época para conseguir trabajos y vivir cerca de ellos.
Esta fue la nueva estructura de la Argentina, mucha concentración poblacional en estas zonas, el resto del país vacío, de gente y de oportunidades, un país en donde todo quedaba en las grandes urbes producto del hacinamiento. Aunque no se tome dimensión o noción de ello, esto se ha continuado a lo largo del siglo XX y principios de este nuevo siglo, gravemente agravado por el contexto mundial y las crisis socioeconómicas del mundo.
Aquí es donde entra el desarraigo en escena, puesto que el invisibilizado interior del país, así como las oportunidades laborales, educativas y demases se concentraban en donde se aglomeraba la gran masa poblacional, en los pequeños pueblos y ciudades, se concentraba la escasez de ellas.
Seguro esta historia les es bien conocida a todos y a todas quienes lean esta nota, puesto que en ciudades como Buenos Aires, o La Plata, - donde me encuentro nuevamente arraigado, luego de haber sufrido desarraigo -, los datos estadísticos indican que entre el 30 y el 35% de les estudiantes de las universidades de dichas ciudades, provienen de otros países o pueblos y ciudades no aledañas, en donde no tienen las herramientas para formarse.
Si, cuando di ese porcentaje aproximado se te pasó alguien que sea parte de esos números por la mente: o pensaste en vos, como yo, pensaste en un amigo/a, en un familiar o en algún/a compañero/a con quien alguna vez compartiste un mate o un trabajo grupal.
El desarraigo está en todos lados, pero nosotres, los, las y les jóvenes, somos quienes más profundamente lo sufrimos, porque terminamos la escuela secundaria en nuestros pueblos y ciudades del interior y de repente, todo son dudas: ¿y ahora?;¿Qué hago de mi vida?;¿si quiero algo mas, donde voy?; mi familia podrá darme el apoyo económico necesario para ir por ese algo más? y así, decenas de dudas más, ni hablar cuando se concreta el comienzo de esta búsqueda de algo más, las dudas que vienen con el nuevo lugar a habitar, el extrañar, el tiempo hasta adaptarse (algunas personas no pueden hacerlo nunca y se vuelven a sus lugares) en donde te sentís “sapo de otro pozo”, como decimos en el pueblo y una mezcla de emociones más, a la vez que te enfocas en el objetivo.
Creo profundamente, como militante de Movimiento Arraigo, que este inicio del siglo XXI es una ocasión más que oportuna para saldar esa deuda histórica del estado con su pueblo y juventud, la del interior. Creo que este camino de llevar oportunidades al interior comenzó en 2003 con Néstor, que continuó con Cristina y que se vio muy gravemente afectado por el retroceso en todo sentido que se produjo con el gobierno anterior al actual.
Nuevamente, con un gobierno popular en el poder, esta es nuestra oportunidad de retomar la senda del federalismo, de ponerle fin a este esquema concentrado y centralista que sólo nos ha causado rotundos fracasos y endeudamiento y de hacer efectivo el preámbulo de la constitución nacional, dándole a todos los habitantes del territorio la posibilidad de crecer, vivir y desarrollarse dignamente en sus lugares, sin la forzosa necesidad de trasladarse para salvar sus futuros y contribuyendo inconscientemente al agravamiento de este problema.
Debemos hacer del interior de nuestro país un lugar preparado para iniciar un proceso de desconcentración poblacional y terminar de una buen vez y para siempre, con los problemas de hambre, de desempleo, de pobreza, de indigencia, de falta de educación y de falta de oportunidades, principalmente para nuestros jóvenes, que son el futuro de la patria.
En esta titánica tarea, es fundamental el rol de los municipios, que serán los protagonistas de este nuevo siglo, además de un activo rol federal por parte del estado y la menester necesidad de la unidad para seguir gobernando, porque es un camino largo, que no se puede solucionar en los 4 años que dura un gobierno, y si se pierde la unidad del campo nacional y popular, se pierde la posibilidad de gobernar y ya vimos lo que hacen con el futuro de la patria los que gobiernan cuando no gobernamos nosotros, es por eso que la importancia del peronismo unido, trabajando codo a codo por el triunfo democrático, es central para llevar adelante esta tarea y poder torcer este triste rumbo que tiene la patria hoy, con cada día más desigualdades y jóvenes desamparados.