Otro pronóstico sostenido en los días más recientes es un índice inflacionario muy adverso para el oficialismo y con ello casi prácticamente el final del ministro Sergio Massa. La perspectiva de incremento es empujada por Morales Solá ya hasta marzo, es decir que la tendencia a la baja prometida oficialmente quedaría desbaratada, según estos deseos fervorosos.

La mesa del Frente “no calma” la interna, sentenció Clarín el domingo. “Sobrevuela el escepticismo sobre lo que pueda terminar pasando”, se sumó La Nación. El Presidente es presentado “bajo presión” para aceptar el diálogo, impulsado también por Massa, dice a su vez Van der Kooy.

Este columnista le atribuye al ministro el único propósito de mantenerse “cerca del kirchnerismo”, pero “la economía puede en cualquier momento sacarlo de juego”. Es un deseo sin control que tiene el redactor que, en una columna anterior, le puso fecha de salida del cargo: abril o mayo.

El poder económico que organiza el discurso en estas páginas parece tener dos propósitos. Uno, que la disputa del oficialismo mantenga sus niveles escandalosos y que sigan los golpes bajos, muchos de ellos expresados a través de voceros/soplones. Por eso aprovechó hasta el hartazgo el último cruce entre Alberto Fernández y el ministro De Pedro. Y cuando ese choque se enfrió y ambas partes mostraron un mínimo de prudencia, el tema desapareció como título principal de cada día.

Una metralla de títulos de La Nación del viernes puso en evidencia esta estrategia: “El Presidente pide al kirchnerismo frentar los ataques a cambio de la mesa electoral”; “Alberto Fernández no se rinde e irrita al cristicamporismo”; “Tregua forzada. El kirchnerismo se llama a silencio para frenar la interna”.

El lunes 6, Clarín hizo algo parecido: “Fernández convocó a la mesa electoral del FDT y apunta a sacarle protagonismo a los K”; “Más tensión: el cristinismo exige también discutir las políticas de Gobierno”; “Una mesa que no refleja unidad, sino la fractura del FDT”. Y, para adornar, un ataque de D’Elía a Máximo Kirchner.

La conclusión parece obvia: un orden mínimo dentro del FDT, con debates puertas adentro como debería ser, es mala noticia para los adversarios del oficialismo.

El otro propósito es el fracaso de Massa con el índice inflacionario, factor principal para la competitividad del oficialismo. Clarín acompañó el anuncio del ministro sobre “precios justos” con este título: “Firmado no hay nada, dicen los empresarios a la salida del acto”. Para salpimentar, Lanata escribió el sábado que la inflación puede volver a 7 por ciento y eso “hundiría” al ministro, sin contar con el “riesgo de devaluación”, perspectiva que Clarín y La Nación vienen alentando hace meses.

Alguna fuente del equipo del precandidato Rodríguez Larreta publicó en Clarín la perspectiva de un índice en la Ciudad de, oh casualidad, 7 por ciento. Es que, convalidó Tenembaum el domingo en Infobae, “la primavera ha terminado”, la meta de que el índice de abril empiece con un 3, como dijo Massa, es ya inalcanzable, y el nuevo lanzamiento de “precios justos” fue apenas una “puesta en escena”.

Como ocurrió durante todo enero, los espacios destinados al juicio a los cuatro miembros de la Corte son ínfimos y quirúrgicos en cuanto a ocultar las acusaciones más pesadas a los emires supremos, sobre todo las que representan directa o indirectamente actos de corrupción.

Se desliza una incomodidad contenida con los legisladores de Carrió, porque quieren sostener la acusación de corrupción a Lorenzetti, mediante una arquitectura mágica que deja a los otros supremos como completamente ajenos a un sinfín de irregularidades. Así, cada vez que esta postura es mencionada, los párrafos de Clarín y La Nación se dedican antes que nada a destacar que los “lilitos” siempre “se diferencian del kirchnerismo”.

Y, hablando de encubrimiento, Lewis y sus patotas recibieron una cuota generosa, sobre todo cuando atacaron la manifestación contra la usurpación de Lago Escondido con la manifiesta complicidad de la policía de Río Negro. Los agresores recibieron los graciosos nombres de “vaqueanos”, “vecinos” y “gauchos patagónicos”.

En cambio, el “terrorista” mapuche Jones Huala se llevó dos tapas por diario en cinco días, una desmesura a la que no se atrevieron los periódicos chilenos, que no parecen verlo como el temerario jefe de una organización poderosa, con conexiones internacionales, capaz de apropiarse de territorios de dos países.

Las críticas, acusaciones e insultos de la interna de Juntos por el Cambio tienen, también, tratamiento quirúrgico. La sorprendente aunque parcial admisión de las acciones del gobierno macrista en el conflicto en la Patagonia andina que expresó la diputada Arietto pasó fugazmente por estos espacios y con un relato organizado para proteger a la pata Bullrich.

*Hugo Muleiro @HugoMuleiro- Escritor y periodista. Co-autor de Los Garcas, Los Monstruos y La Clase un Cuarto. En la Patria Grande.