
Mientras Javier Milei actúa como un showman sin poder real, el Fondo Monetario Internacional impone cada decisión clave de la economía argentina, desde el tipo de cambio hasta el ajuste fiscal brutal
Javier Milei y su jefa real del Fondo Monetario Internacional
EnOrsai // Jueves 31 de julio de 2025 | 08:40
El FMI ya gobierna: la motosierra de Milei ejecuta órdenes de Washington - Por En Orsai | 31 de julio de 2025
La pregunta ya no es retórica: en la Argentina gobernada por Javier Milei, el ministro de Economía no es Luis Caputo. Tampoco Federico Sturzenegger, ni Santiago Bausili. El verdadero poder lo ejerce una sigla familiar y temida: FMI. Desde Washington, el Fondo Monetario Internacional dicta las condiciones, exige metas y aprueba o castiga cada movimiento del gobierno libertario.
La motosierra no corta donde quiere Milei, sino donde ordena el Fondo. ¿Qué tan “libertaria” puede ser una política económica completamente subordinada al manual del ajuste estructural más ortodoxo del planeta?
El dólar a 1.500 pesos en los contratos a futuro no es una cifra aleatoria. Es una señal del mercado que ya anticipa lo que vendrá: una nueva devaluación que el gobierno deja correr con el guiño del FMI. En paralelo, las tasas de interés se disparan a niveles delirantes —65% efectiva anual—, que ahogan cualquier intento de reactivación.
El ajuste fiscal no es una convicción ideológica: es una imposición. El gobierno no logra renovar vencimientos de deuda, emite LECAPs a tasas usurarias y recurre al BCRA para intervenir en el dólar futuro, desesperadamente, como un estudiante que copia en el examen sin entender nada del temario.
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La receta es vieja, pero el marketing es nuevo. El Fondo encuentra en Milei al ejecutor perfecto: un presidente obediente que vende como “revolución libertaria” un ajuste de manual fondomonetarista.
Mientras los precios suben y los salarios bajan, mientras las pymes cierran y el consumo se derrumba, en Washington aplauden. No importa que la actividad económica esté congelada. Lo que importa es que se cumplan las metas: déficit cero, superávit comercial a costa de importar menos insumos, y reservas acumuladas por la vía de la represión de la demanda.
¿Soberanía? Eso se terminó. La Argentina firmó, bajo el gobierno de Mauricio Macri, un acuerdo con el FMI que convirtió al organismo en el supervisor directo de la política económica nacional. La gestión de Alberto Fernández apenas pateó los pagos, pero nunca rompió con el Fondo. Milei directamente le entregó las llaves.
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Las decisiones se comunican por Zoom. Las planillas se ajustan desde las oficinas del FMI en la calle 19 de Washington. La política monetaria, cambiaria y fiscal se define afuera. Lo que se discute adentro es el relato.
El show de la motosierra, las arengas libertarias, los gritos contra “la casta” no son más que pirotecnia para encubrir lo esencial: Argentina está gobernada por el Fondo Monetario Internacional, con Milei como empleado obediente y eficaz.
El humor social se deteriora. La pobreza avanza. Los alimentos suben. Y las elecciones legislativas de 2025 ya aparecen en el radar. Milei lo sabe. El Fondo también. Por eso cada decisión económica es calculada al milímetro, aunque fracase en la práctica.
Mientras tanto, la motosierra sigue activa. No para cortar privilegios. Para cumplir con los objetivos de déficit cero, aunque eso implique destruir el tejido productivo, vaciar el Estado y dejar sin futuro a millones de argentinos.
El verdadero ministro de Economía no tiene rostro. Pero todos conocen su sigla. Y su sede. Queda a 8.398 kilómetros de Buenos Aires.