Ambos son teatrales, estruendosos, pirotécnicos, denunciadores, desaprensivos, ególatras, televisivos y exitosos en lo suyo. Físicamente voluminosos, sus respectivas trayectorias parecen cruzadas y paralelas. Elisa Carrió apareció en 1994 en la Constituyente de Santa Fe representando al radicalismo y cubriendo posteriormente un espacio de centro izquierda. Jorge Lanata después de ser movilero de Eduardo Aliverti en Radio Belgrano, jefe de redacción de la transgresora revista “El Porteño”, creó y dirigió el diario “Página 12” que renovó y revolucionó el periodismo de los ochenta, ubicándose ideológicamente en la centro izquierda.
Por Hugo Presman // Martes 02 de diciembre de 2014 | 07:50
Elisa Carrió presidió en 2001 una comisión de lavado de dinero que integraba junto a Cristina Fernández y Daniel Scioli, entre otros. Las 18 cajas que recibió la comisión argentina contenían documentos y detalles de las cuentas de centenares de empresas radicadas en Uruguay. En el momento de confeccionar el informe final se produjo una ruptura en la Comisión en donde Carrió intentó quedarse con los méritos comprando alguna denuncia de pescado podrido, aunque centrando en su persona con las cámaras de televisión como intensificación de su vedetismo que el tiempo acentuaría en forma superlativa, y un informe de minoría de la senadora Cristina Fernández.
Jorge Lanata vivió su gran momento de izquierdista liberal al estilo norteamericano durante el gobierno de Carlos Menem, donde las denuncias de corrupción lo ubicaron como un periodista prestigioso que en EE.UU hubiera aspirado a un Pulitzer. Primero desde el diario que dirigía y luego cuando se retiró del mismo, desde la revista XXI y sus programas de televisión. Los noventa fueron un período de gloria del periodismo en general donde era sinónimo de credibilidad y actuaba simultáneamente como fiscal y juez.
Elisa Carrió inició a partir del informe mencionado, un papel de fiscal afirmando que ella nunca sería funcional a la derecha y denunciando en el 2002 el lobby que en el congreso realizaba el grupo Clarín para obtener la ley de bienes culturales que evitara la extranjerización de la empresa.
Carrió rompió con el radicalismo y fundó Argentinos por una República de Iguales (ARI), una alianza política creada en diciembre del año 2000 que se disolvió en 2002 y de la que surgió CC-ARI, la Coalición Cívica para la Afirmación de una República Igualitaria en el 2002. A lo largo de los doce años siguientes realizó diferentes alianzas y rompimientos estruendosos.
Luego Lanata fundó el diario “Crítica de la Argentina” en marzo del 2008, que fue una versión muy devaluada de Página 12 a pesar de la excelente dotación de periodistas y que cerró en forma escandalosa luego de dos años.
Carrió en las elecciones parlamentarias del 2009 hace una muy buena elección, cuyo resultado se evapora en las presidenciales del 2011 donde sólo obtiene el 1,6% de los votos.
En ese mismo año, Lanata vegeta en Canal 26 con DDT ( Después De Todo), desde donde hace un mapa preciso y prolijo de la cantidad de medios de Clarín, pero sorpresivamente y después de haber defendido en los primeros debates, al proyecto de ley de medios audiovisuales, cambia de posición y declara a Clarín como el más débil al que hay que proteger, logrando un acercamiento que concluirá en su rutilante contratación.
Carrió declara que si para proteger la libertad de prensa hay que defender a un monopolio, defenderá a Clarín. Más aún: declara que La Nación y Clarín son la Argentina.
Lanata que es el más eficaz opositor y la más rendidora contratación de Clarín, acusa a la oposición en octubre del 2014 de ser un balde de bosta y en un desliz incluyó a Carrió lo que produjo el enojo de la chaqueña.
Hace unos días, Carrió dinamita el FAUNEN, con denuncias explosivas contra todos sus socios políticos, y como es tradicional, también contra el gobierno. Lanata declara que para la Argentina es un orgullo tener una política como Carrió.
VIDAS CRUZADAS
Ambos necesitan degradar la política para encumbrar su protagonismo. Ambos exhiben un vedetismo y una egolatría que se acentúa con el paso del tiempo. Ambos se han ido trasladando por el espectro político, abandonando a sus lectores y votantes originales para ser aplaudidos y vitoreados por los que los denostaban en sus comienzos. Ambos hacen un cirujeo en la basura buscando y seleccionando aquella que sea funcional a los intereses que defienden.
Ambos practican una inescrupulosidad verbal que lleva a Lanata a meterse falazmente con la vida privada de Gabriela Cerruti, pelearse con un chico de 11 años al que denuesta con la calificación de “hijo de Goebbels”, incitar al escrache de los camaristas que fallaron contra Clarin, incluyendo a sus hijos (“Lo mínimo que les puede pasar es que los puteen en la verdulería, en un hotel alojamiento, en las vacaciones, por lo menos que tengan repudio social. Que los compañeros de colegio les digan a los hijos de Farah, Freiler y Ballestero ‘che, ¿tu papá hizo eso?”). Con su humor de estudiante secundario y la aprobación de su equipo consuma un acoso laboral diario al periodista agropecuario de Radio Mitre Juan Martín Melo.
Carrió acusa a Binner y Cobos de complicidad con el narcotráfico, a Sergio Massa de convertir al Tigre en un narco- estado, a Pino Solanas en un mendicante buscador de puestos legislativos, a Nito Artaza de soldado de Julio De Vido, a Tumini de guerrillero reciclado direccionado por Cobos para erosionarla, a Scioli de ser igual que Cristina pero sin un brazo, a la Presidenta de una pobre enferma, etc,etc. Son capaces de destruir con denuncias a cualquiera, si eso es funcional a sus propósitos.
El lanatismo es la enfermedad infantil del periodismo. Carrió es la enfermedad adolescente de la política. Ambos son una especie de paco para los sectores medios que abominan del populismo. No permitirán que la verdad arruine ninguna de sus denuncias. Vidas cruzadas. Ambos son cultores de la antipolítica. Lanata es la versión Carrió del periodismo y Carrió es la expresión Lanata de la política.