Mientras las principales economías del mundo impulsan políticas de reindustrialización, Argentina bajo el mando de Javier Milei sigue el camino opuesto, adoptando medidas que favorecen a corporaciones multinacionales en detrimento de la industria local y el bienestar social. Un análisis crítico de la traición a la soberanía económica nacional.
Martes 03 de septiembre de 2024 | 06:18
El actual gobierno de Javier Milei ha optado por una senda económica que emula el modelo nigeriano, caracterizado por la entrega indiscriminada de recursos naturales a corporaciones extranjeras, en lugar de fomentar un desarrollo industrial que impulse el crecimiento y el bienestar social. Esta decisión, que ignora las lecciones aprendidas por países como Noruega, pone en riesgo la estabilidad económica y social de Argentina a largo plazo.
Ignacio de Mendiguren, reconocido industrial y figura clave en el sector productivo, lo ha dicho sin rodeos: "Argentina está negando toda política industrial mientras el mundo está acudiendo a los procesos de reindustrialización más violentos de los últimos 50 años". Este diagnóstico es devastador, especialmente en un momento en el que las principales economías del mundo están adoptando estrategias agresivas para proteger y fortalecer sus sectores industriales. China, por ejemplo, destina el 3% de su Producto Bruto Interno (PBI) al desarrollo de políticas industriales, mientras que Estados Unidos ha aprobado la ley antiinflacionaria más protectiva de su industria en años, con el respaldo tanto de Donald Trump como de Kamala Harris. En contraste, Argentina, bajo el gobierno de Milei, ha optado por desmantelar cualquier esfuerzo de política industrial, adoptando un enfoque que solo beneficia a las grandes multinacionales y a un sector extractivo de la economía que, como advierte De Mendiguren, mantiene una estrecha relación con el gobierno actual.
Un ejemplo claro de esta traición a la soberanía económica se encuentra en el caso de Petronas, una de las empresas más importantes del mundo en el sector del gas licuado. Argentina, con el segundo yacimiento de gas más grande del mundo, firmó un acuerdo favorable tanto para la empresa como para el país. Sin embargo, el gobierno de Milei elevó un proyecto de ley que, en la práctica, regalaba a Petronas lo que esta ni siquiera había solicitado. "Lo mismo pasó con las mineras", señala De Mendiguren. "Nadie te pedía un RIGI", pero el gobierno, en su afán de atraer inversiones extranjeras a cualquier costo, optó por un modelo que recuerda peligrosamente al adoptado por Nigeria: un país rico en recursos naturales, pero incapaz de traducir esa riqueza en desarrollo sostenible para su población.
Este enfoque, que privilegia el corto plazo y la maximización de beneficios para unos pocos, ignora el potencial transformador de una política industrial robusta y coherente. Noruega, por ejemplo, decidió utilizar sus vastos recursos de gas para desarrollar una industria nacional poderosa, convirtiéndose en uno de los países más desarrollados del mundo. Argentina, en cambio, parece haber elegido el camino opuesto, perpetuando un modelo de dependencia y subdesarrollo.
Las políticas económicas del gobierno de Javier Milei están replicando el modelo nigeriano, renunciando a cualquier posibilidad de desarrollo industrial y condenando al país a la dependencia de capitales extranjeros.
Las consecuencias de estas políticas no se limitan al ámbito económico; tienen un impacto directo en el bienestar social de la población argentina. Mientras el gobierno se esfuerza por atraer capitales extranjeros con condiciones que prácticamente regalan los recursos naturales del país, la industria local se ve cada vez más debilitada. Esto no solo afecta la capacidad de generar empleo y riqueza, sino que también pone en riesgo la sostenibilidad del sistema de seguridad social.
De Mendiguren se pregunta con razón: "Lo que le regalaste a Petronas con el RIGI, ¿cuántas jubilaciones equivalen?". Esta pregunta resuena en un contexto en el que el gobierno de Milei ha vetado aumentos a las pensiones, justificando la medida con argumentos de austeridad que, en realidad, ocultan una transferencia de recursos desde la población más vulnerable hacia las grandes corporaciones multinacionales.
Quizás uno de los aspectos más alarmantes de las políticas de Milei es su desconexión total con las tendencias globales. El presidente asegura querer insertar a Argentina en el mundo, pero sus políticas van en dirección contraria a las de los países desarrollados a los que dice querer emular. En lugar de seguir el ejemplo de China, Estados Unidos, o incluso Brasil, que han implementado planes de reindustrialización ambiciosos, Milei parece decidido a replicar los errores de economías subdesarrolladas, perpetuando un ciclo de dependencia y subdesarrollo.
De Mendiguren lo resume de manera lapidaria: "Milei sale a decir que se quiere insertar al mundo y es como el gallego que iba a contramano por Corrientes". Esta metáfora es tristemente precisa. Mientras el mundo avanza hacia la protección de sus industrias y la creación de empleo de calidad, Argentina bajo Milei retrocede, entregando su futuro a manos extranjeras y desmantelando cualquier posibilidad de desarrollo autónomo.
Las políticas del gobierno de Javier Milei están condenando a Argentina a un modelo económico que, lejos de garantizar el desarrollo y la prosperidad, perpetúa la dependencia y el subdesarrollo. Al renunciar a una política industrial robusta y coherente, Milei está sacrificando el futuro del país en aras de un modelo extractivista que beneficia a unos pocos y condena a la mayoría.
Mientras las principales economías del mundo avanzan hacia procesos de reindustrialización sin precedentes, Argentina se encuentra atrapada en un modelo que la aleja cada vez más de un desarrollo sostenible e inclusivo. La historia ha demostrado una y otra vez que la riqueza de un país no reside en sus recursos naturales, sino en su capacidad para transformarlos en bienestar para su población. Sin embargo, el gobierno de Milei parece haber olvidado esta lección, optando por un camino que, de no corregirse, tendrá consecuencias desastrosas para el futuro de Argentina.
Mientras el mundo avanza hacia la reindustrialización, nuestro país sigue el camino opuesto. Las políticas de Milei nos están condenando a un modelo extractivista que favorece a las grandes corporaciones y pone en riesgo nuestro futuro. ¿Qué estamos sacrificando? ???? Descubre cómo se está entregando nuestra soberanía económica y qué consecuencias tendrá para todos nosotros.
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