Siete de cada 10 puestos de trabajo en el país proviene del sector de la pequeña y mediana empresa que se verá desguazado por las medidas anunciadas por el nuevo presidente. Un estudio económico encargado por el sector reveló la forma de evitarlo.
Domingo 06 de diciembre de 2015 | 10:22
Un estudio privado realizado especialmente para empresarios Pyme nucleados en distintas cámaras y gremiales empresarias, reveló que el futuro próximo no es para nada prometedor. No obstante, podría amortiguar sus devastadores efectos con una simple corrección en la aplicación de las políticas económicas y cambiarias que vienen adelantando los economistas más cercanos al equipo del presidente electo, Mauricio Macri.
Sucede que el universo de las Pymes argentinas es muy grande, son alrededor de 600 mil establecimientos, 70 mil son industriales y millones los puestos de trabajo que dependen de los mismas. De hecho, siete de cada 10 trabajadores pertenecen a este tipo de empresas.
En función de los acontecimientos y específicamente ante el anuncio de una brusca devaluación, se pondrá en riesgo a más del 60 por ciento de estas empresas. Son al menos 120 mil las que se verán afectadas de tal modo que muchas no podrán recuperarse para continuar con su producción y en consecuencia se perderán cientos de miles de puestos de trabajo.
Este tipo de empresas tienen proveedores de insumos que en muchos casos son empresas formadoras de precios y en otros hasta mono ofertantes o empresas dominantes que frente a las expectativas generadas durante la campaña electoral, han dolarizado el precio de sus productos a un valor de entre 14 y 15 pesos. En otros casos, la situación es más alarmante aún, directamente se sentaron sobre la mercadería y no permiten que estas empresas repongan los insumos necesarios para continuar produciendo.
En tanto, las Pymes afectadas por esta situación coyuntural de la economía, tienen como clientes a otras empresas de características similares, se calcula que el 90 por ciento son establecimientos pymes, mini pymes y micro pymes, a los cuales les resulta imposible dolarizar el valor de sus productos y en el peor de los casos, donde se les ha vendido en estos últimos 2 meses con valores diferidos entre 60 y 120 días.
La consecuencia es catastrófica, ya que estas empresas se han descapitalizado y no pudieron reponer la mercadería que vendieron y cobraron. Y en el peor de los casos, la mercadería vendida a plazo la van a cobrar sin el ajuste en el precio del dólar.
Los rubros más afectados son el siderúrgico, metalúrgica, calzado, marroquinería, juguetes, textil, indumentaria, industria de la alimentación, óptica y manufactureras en general, es decir cadenas de alto valor agregado donde los tiempos de producción son los que producen la mayor afectación en el proceso de descapitalización.
Esta situación genera un circulo vicioso, ya que cuando necesiten reponer insumos y las empresas proveedoras de los mismos le vuelvan a vender, estas se van a encontrar descapitalizadas y van a tener que echarle mano a los valores o cheques en pesos para seguir con la actividad, esos documentos a futuro los van a tener que negociar, indefectiblemente en el mercado de venta de valores a tasas altísimas, teniendo una pérdida doble en el capital de trabajo provocado por la brusca devaluación, además de una gran pérdida financiera producto de las altísimas tasas que deberán pagar.
Este escenario que enfrentan las Pymes configura una tormenta perfecta para que se rompa la cadena de pago, se cierren muchas de estas empresas y las pérdida en puestos de trabajo puede alcanzar niveles muy preocupantes.
Si bien la idea de devaluar está latente, el trabajo que mandaron a realizar los empresarios a una importante consultora privada indica que una devaluación gradual puede amortiguar el impacto negativo sobre el sector, dejando prácticamente intactas a las más de 120 mil empresas en riesgo de ir a la quiebra.
La metodología que propone es hacer una primera corrección en el valor de la divisa norteamericana, llevándola a un precio de 11 pesos con una suba pactada del 12,65 por ciento al 1 de abril, dejando el valor del dólar a pesos 12,50.
De esta manera, los empresarios pueden a vender a plazo, pero con la previsión del aumento y así evitar que se rompa la cadena de pago.
Luego en un segundo tramo devaluatorio repactado al 1 de julio permitiría llevar la cotización de la divisa a 15 pesos, como pretende el nuevo gobierno y recién entonces liberarlo, como adelantó el presidente electo.
Según explicaron los empresarios, “este esquema previsible mostraría una verdadera voluntad política del nuevo presidente de gobernar para la mayoría, ya que de otro modo, la transferencia de ingresos que produciría una devaluación abrupta favorece básicamente a agro exportadores y a proveedores de insumos industriales en detrimento de la mayoría de las industrias y en particular a la gran masa de trabajadores que de ella dependen”, concluyeron.
Fuente: Portal de Noticias