Con más de 2300 hectáreas arrasadas por el fuego, el Parque Nacional Nahuel Huapi enfrenta una de sus peores crisis. La figura de Dámaso Larraburu, intendente del parque y designado por influencias políticas, simboliza las consecuencias de un sistema que privilegia lealtades personales por sobre el conocimiento técnico. Críticas desde todos los sectores apuntan al gobierno de Javier Milei por su desinterés en la protección ambiental.
Santiago Ríos // Domingo 05 de enero de 2025 | 18:39
(Por Santiago Rios) La designación de funcionarios sin experiencia y el vaciamiento institucional en Parques Nacionales han dejado a la Argentina vulnerable ante desastres ambientales. La tragedia de Nahuel Huapi es el último ejemplo de una política que prioriza amiguismos sobre capacidades.
Hace diez días, un incendio forestal desatado en las inmediaciones del lago Los Manzanos, al sur de Bariloche, comenzó a arrasar con todo a su paso. Las llamas, alimentadas por temperaturas elevadas, baja humedad y fuertes vientos, ya devoraron más de 2300 hectáreas, convirtiéndose en uno de los desastres ambientales más graves en la región. La imagen de brigadistas trabajando incansablemente contrasta con la inoperancia de una gestión que parece desbordada. El intendente del parque, Dámaso Larraburu, está en el centro de las críticas. Su designación, producto de acuerdos políticos y no de méritos técnicos, expone las debilidades estructurales de las políticas ambientales bajo el gobierno de Javier Milei.
Dámaso Larraburu llegó a la Intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi en abril pasado, avalado por figuras políticas como Guillermo Francos y Daniel Scioli. Su única credencial para ocupar el cargo parece ser su larga trayectoria dentro del peronismo de Bahía Blanca y su cercana relación con Alberto Pierri, quien tiene propiedades en las inmediaciones del parque. En Bariloche, ya había preocupación por su falta de conocimiento geográfico y ambiental. Hoy, esas inquietudes se transformaron en críticas abiertas por su incapacidad para liderar una respuesta efectiva al incendio.
Larraburu intentó justificar su designación afirmando que su rol es más "institucional y político" que técnico. Sin embargo, en una región como Nahuel Huapi, con ecosistemas sensibles y frecuentes desafíos ambientales, esta falta de experiencia se traduce en decisiones erróneas y tiempos de respuesta insuficientes. El fuego avanzó sin control durante días debido a la incapacidad de desplegar los recursos necesarios a tiempo, una situación que podría haberse evitado con una gestión más competente.
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La crisis de Nahuel Huapi no es un hecho aislado, sino parte de un panorama más amplio de desmantelamiento institucional promovido por Javier Milei. Desde el inicio de su gestión, se han producido despidos masivos en Parques Nacionales y recortes presupuestarios que afectan directamente la capacidad operativa para enfrentar desastres como este. El mensaje es claro: el medio ambiente no está entre las prioridades del gobierno.
El Servicio Nacional de Manejo del Fuego, encargado de coordinar la respuesta a los incendios, también ha sufrido las consecuencias de estas políticas. Los brigadistas trabajan con recursos limitados, y aunque se han movilizado helicópteros, camiones y aviones hidrantes, las demoras en el despliegue de estos equipos han sido evidentes. Mientras tanto, los habitantes de la región y los turistas observan con impotencia cómo el humo invade Bariloche y amenaza la biodiversidad del parque.
La designación de Larraburu no solo refleja el desprecio por la experiencia técnica, sino también cómo los cargos estratégicos se utilizan como moneda de cambio en el juego político. Esta práctica, que trasciende gobiernos, alcanza niveles alarmantes bajo la gestión de Milei, cuyo discurso meritocrático contrasta con los hechos. En este caso, las consecuencias no son solo políticas, sino también ambientales y humanas. Los brigadistas arriesgan sus vidas en condiciones adversas, mientras que el parque, un patrimonio nacional, pierde hectáreas de bosques que tardarán décadas en recuperarse.
En medio de esta situación, Larraburu también se permitió hacer declaraciones políticas. En una entrevista reciente, afirmó que "a Milei lo sostiene el peronismo" y criticó la falta de autocrítica dentro de su propio espacio político. Estas palabras, lejos de aliviar las tensiones, evidencian una desorientación que va más allá de lo ambiental. La incapacidad para enfrentar el incendio se mezcla con un discurso político que busca repartir culpas sin asumir responsabilidades.
Por otro lado, recordemos que el ex diputado peronista fue el armador político del justicialismo en la ciudad de Bahía Blanca y muchos coinciden que durante la década de los noventa "jugaba" a perder contra los radicales.
El incendio en Nahuel Huapi es un recordatorio doloroso de cómo las decisiones políticas tienen consecuencias reales. La falta de inversión en infraestructura, la designación de funcionarios sin experiencia y el desinterés por la protección ambiental han creado un escenario propicio para tragedias como esta. Los brigadistas continúan su lucha contra el fuego, pero el daño ya está hecho.
Fuentes:
????El Gobierno de Milei endurece las condiciones de reestructuración de deudas rurales en un intento de evitar una crisis financiera mayor.
— En Orsai (@EnOrsai) January 5, 2025
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