
En medio de una presión cambiaria insostenible, el Banco Central recurrió a un préstamo encubierto para intentar contener el dólar. La maniobra revela no solo el agotamiento de las reservas, sino también las contradicciones de un modelo que insiste en negar su propia deuda.
Walter Onorato // Domingo 05 de enero de 2025 | 05:56
(Por Walter Onorato) El Banco Central de la República Argentina (BCRA), bajo la dirección de Santiago Bausili, dio un paso más en su desesperada cruzada por frenar la escalada del dólar. Esta vez, la herramienta elegida fue un préstamo Repo de USD 1.000 millones a una tasa del 8,8% anual, con un plazo de devolución de dos años y cuatro meses. Aunque desde el oficialismo se empeñan en presentar esta operación como una venta temporal de activos, el esquema revela una cruda realidad: es deuda, y su elevado costo confirma la crítica situación del país en los mercados internacionales.
Los Repo son una especie de oxígeno financiero: los bancos internacionales prestan dinero al BCRA con la promesa de recomprar los bonos entregados como garantía a un precio mayor. En este caso, los bonos involucrados son los denominados Bopreal, creados para saldar deudas con importadores durante la gestión anterior. Sin embargo, más allá de la estructura técnica, la operación pone en evidencia una fragilidad estructural: la Argentina está dispuesta a pagar tasas elevadas por un crédito limitado que apenas alivia una situación de emergencia cambiaria.
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El gobierno de Javier Milei, que se autoproclama enemigo del endeudamiento estatal y defensor de la libertad de mercados, parece haberse enfrentado al muro de su propio discurso. En términos prácticos, este préstamo es una contradicción que desmiente las promesas de un modelo económico autosuficiente. Los voceros oficiales intentaron maquillar la situación apelando a un juego semántico, describiendo la operación como una “venta temporaria de activos”. No obstante, es difícil ocultar que se trata de un recurso de última instancia que expone una debilidad preocupante.
En su comunicado, el BCRA justificó la medida como una forma de incrementar “la flexibilidad para mitigar desbalances en el mercado cambiario”. Esta declaración es la primera admisión explícita de que las menguadas reservas ya no alcanzan para sostener el ancla cambiaria. Es también un reflejo de la creciente tensión entre las necesidades políticas de corto plazo y los límites estructurales de una economía en desequilibrio crónico.
Uno de los puntos que el gobierno celebra es el “regreso de la Argentina a los mercados internacionales”. Sin embargo, esta afirmación parece más un consuelo simbólico que un logro concreto. El monto obtenido —USD 1.000 millones— es irrisorio frente a las necesidades del país, pero lo más preocupante es el mensaje que envía: la Argentina puede volver a financiarse, pero a un costo extremadamente alto.
Mientras que otros países emergentes acceden a tasas de entre 3% y 5%, la operación Repo acordada por el BCRA evidencia la desconfianza global hacia la economía argentina. Los grandes jugadores financieros —como Citi, JP Morgan y Morgan Stanley— aceptaron asumir “riesgo argentino”, pero solo bajo condiciones que recuerdan la etapa más crítica de los ciclos de endeudamiento del país. En otras palabras, el Repo no es un paso hacia la normalización económica, sino una confirmación de la dependencia estructural del sistema.
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El gobierno también ha presentado el préstamo como un recurso para “reforzar las reservas y garantizar la estabilidad cambiaria”. Pero el problema no es solo la cantidad de reservas, sino la calidad de su administración. Mientras el BCRA utiliza este “poder de fuego” para contener un tipo de cambio que sigue al borde del colapso, el país se sumerge más profundamente en un ciclo de endeudamiento que no genera crecimiento ni estabilidad.
La economía argentina no puede sostener un sistema cambiario que depende de préstamos temporales. Como han advertido economistas críticos, cada operación de este tipo genera nuevas obligaciones que restringen el margen de maniobra del gobierno. Al mismo tiempo, los sectores productivos enfrentan un contexto de incertidumbre donde la falta de dólares para importar insumos ya está afectando la actividad industrial y los precios al consumidor.
El Repo también evidencia las tensiones dentro del propio equipo económico de Milei. Mientras algunos funcionarios defienden una salida rápida del cepo cambiario, otros abogan por un desmantelamiento gradual. Esta ambigüedad ha llevado a decisiones contradictorias: por un lado, el BCRA toma préstamos costosos para mantener la estabilidad; por otro, el gobierno insiste en que el mercado se autoregulará una vez que se eliminen las restricciones cambiarias.
El riesgo de esta estrategia es evidente: si el mercado percibe que la estabilidad cambiaria depende exclusivamente de estos parches financieros, cualquier interrupción podría desencadenar una nueva corrida. Además, el gradualismo en la salida del cepo genera expectativas que, de no cumplirse, podrían agravar la desconfianza de los inversores y los ciudadanos.
El préstamo Repo no es más que un paliativo que refleja las limitaciones estructurales de la economía argentina bajo la gestión de Javier Milei. Lejos de ser un paso hacia la normalización, esta operación subraya la dependencia del país a préstamos costosos y temporales, mientras la economía real sigue sin soluciones sostenibles. La estrategia de Milei parece atrapada en su propio relato, negando la deuda mientras se hunde en ella. La pregunta que queda es: ¿Cuánto tiempo más podrá sostenerse este frágil equilibrio antes de que el sistema colapse?
Fuentes:
https://www.bcra.gob.ar/Noticias/bcra-repo-bancos-internacionales.asp
????La decisión de eliminar una restricción histórica que limitaba la distribución de dividendos en la Caja de Valores benefició a ByMA, controlada por figuras cercanas al gobierno.
— En Orsai (@EnOrsai) January 4, 2025
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