
El acceso a medicamentos de alto costo para tratar enfermedades reumatológicas y dermatológicas es una carrera contra el tiempo, el mercado y la burocracia. Así lo explicó el reumatólogo Osvaldo Messina en una entrevista reciente, donde abordó la realidad de pacientes que enfrentan enfermedades crónicas y la lucha diaria para obtener tratamientos esenciales.
entrevista radial // Lunes 24 de marzo de 2025 | 11:16
"El costo del producto para la enfermedad dermatológica en este sentido es algo muy importante porque hay muchos productos de altísimo costo con muy buen resultado, pero eso pone en riesgo a los sistemas de salud", afirmó Messina. En otras palabras, el acceso a estos medicamentos depende de la capacidad del sistema sanitario de absorber gastos astronómicos, una ecuación que rara vez cierra sin que alguien quede fuera.
El problema se agudiza cuando los tratamientos son innovadores y requieren inversiones millonarias. "El desarrollo de un producto lleva muchos años, décadas incluso, y una inversión que puede alcanzar los mil millones de dólares", detalló el especialista. Este factor explica los precios exorbitantes de ciertos fármacos, aunque no justifica la falta de acceso. "Invertir en cien moléculas y que solo dos lleguen al mercado es un riesgo empresario, pero, ¿por qué debería pagarlo la gente?", cuestionó Messina.
El acceso desigual: entre la burocracia y la falta de cobertura
La diferencia entre la cobertura pública, las obras sociales y la medicina prepaga es brutal. "Lo peor es estar en un sistema público sin cobertura personal", sentenció el especialista. Según explicó, el acceso a ciertos medicamentos depende de qué jurisdicción se trate. Mientras que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cuenta con un sistema de cobertura para algunos fármacos de alto costo, en otras provincias la situación es incierta. "Cada provincia y municipio tiene su propio mundo aparte, y en la mayoría de los casos el acceso es muy complicado", advirtió.
En las obras sociales sindicales, si la medicación está bien indicada, se aprueba en el 90% de los casos, aunque el paciente debe sortear un laberinto burocrático de formularios y auditorías. "Son remedios que pueden costar entre mil y cuatro mil dólares por mes, y generalmente deben tomarse de por vida", explicó Messina.
La situación es más estable en la medicina prepaga, donde el acceso suele ser más sencillo. "En general, todo se justifica con la historia clínica y algún formulario, pero los costos son altos y no todos pueden pagar un plan que les garantice estos tratamientos", puntualizó.
Un sistema de salud en crisis
Más allá del acceso a medicamentos, el sistema de salud atraviesa una crisis estructural. "El problema no es solo el costo de los medicamentos, sino la organización del sistema, la falta de médicos, enfermeros y recursos en general", señaló el reumatólogo.
El deterioro del sistema público es evidente. "Tengo un familiar internado en el Hospital Militar y el problema no es la infraestructura, sino la falta de personal: un médico para 20 camas es impracticable", denunció. La deshumanización de la atención médica es otro síntoma del colapso. "Hoy los médicos atienden mirando la computadora, no hay más semiología, no se ausculta, no se toca a los pacientes. Se piden estudios de más para cubrirse en lugar de hacer una evaluación clínica real", lamentó.
Para Messina, no hay solución posible sin jerarquizar la profesión médica. "Ningún sistema de salud puede funcionar si no se jerarquiza a los médicos y enfermeros. Es la base de todo, pero en Argentina están absolutamente desvalorizados", concluyó.
El acceso a los medicamentos de alto costo no es solo una cuestión de ciencia, sino de voluntad política y de un sistema sanitario que, en su actual estado de crisis, deja a miles de pacientes a la deriva.