Los increíbles detalles del juicio al ex magistrado que fue investigado junto a treinta policías y abogados. Además de su destitución, se le ha dictado la inhabilitación permanente para ejercer cargos judiciales.
Redacción EnOrsai // Jueves 20 de abril de 2023 | 07:55
El Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios de la provincia de Buenos Aires ha destituido al fiscal Claudio Scapolán, de 52 años, por su participación en una asociación ilícita.
Se dedicaba a realizar extorsiones, robos a narcotraficantes y comercialización de estupefacientes, así como por negligencia y graves irregularidades cometidas mientras estaba a cargo de la Unidad Fiscal de Delitos Complejos del partido bonaerense de San Isidro.
La votación del jurado fue de 9 a 1, estando a favor los conjueces legisladores Juan Pablo Allan, María Eugenia Brizzi y Daniel Lipovetzky de Juntos por el Cambio, Walter Caruso de Espacio Abierto Juntos; y los conjueces abogados Carlos Valdez, Héctor Mendoza Peña, Carlos Garavaglia, José Manuel del Cerro y Juan Spinelli.
El único voto en contra fue el de la senadora del Frente Renovador, Sofía Vannelli. La Comisión Provincial por la Memoria, querellante institucional en la causa penal y participante como veedora de las audiencias del jury, expresó su satisfacción con la decisión del jurado, destacando que "la democracia no puede tolerar la connivencia de sectores del Poder Judicial con la trama del delito y el crimen organizado".
El ahora exfiscal había sido procesado como cómplice de policías llevados a juicio por robarles media tonelada de cocaína a narcotraficantes durante un procedimiento sobre la autopista Panamericana a finales del 2013.
Uno de los protagonistas de esa operación fue el capo del narcolavado, Diego Xavier Guastini, alias «Dolarín», que declaró como «arrepentido» y que poco tiempo después fue ejecutado por un sicario apoyado por una moto y dos autos a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes.
Desde el 24 de julio del 2020, la jueza federal Arroyo Salgado acusaba a Scapolan por «sustracción de estupefacientes a personas de algún modo ligadas al ambiente narcocriminal para su posterior reintroducción al circuito clandestino de venta a través de terceros.
También lo acusó de extorsión a presuntos narcotraficantes para que abonen un canon mensual por protección o para no detener a sus familiares o allegados; extorsión a personas sin vínculos con el narcotráfico bajo la amenaza de hacerlos pasar como tales; y detención de personas que no eran narcotraficantes a los fines meramente estadísticos para demostrar una supuesta eficacia en la materia».
Para la magistrada, el fiscal no era uno más en esa organización, era el jefe. Pero no actuaba solo: se apoyaba en sus dos secretarios, Maximiliano Jarisch y Gustavo Sanvitale. Por eso, aquel 24 de julio de 2020, la jueza les ordenó a los detectives de la Policía Federal (PFA) arrestar no solo a los policías bonaerenses, abogados, narcotraficantes y testigos truchos involucrados en el caso sino también a los auxiliares del fiscal.
Scapolan se salvó por sus fueros. También se «salvaron» otros más, pero no por inmunidad judicial sino porque consiguieron matenerse en este año y medio prófugos de las autoridades, como el abogado Gustavo Semorile.
La jueza finalmente procesó el 1 de octubre del 2021 a Scapolan como jefe de la banda integrada por policías y traficantes que, entre otras cosas, le robó la mitad del cargamento de cocaína secuestrado a los narcos de «Leones Blancos».
El procesamiento se demoró porque el acusado, para evitarlo, hizo planteos de todo tipo: primero alegó que no había leído la causa, después recusó a la jueza, luego planteó una nulidad y más tarde pidió acceso a pruebas que no formaban parte del expediente. Solo cuando estuvo al filo de la rebeldía y el desafuero, compareció, pero no dijo nada. Solo presentó un escrito. Entonces, sí, salió su procesamiento.
Sin embargo, a mitad del 2022, los jueces de la Sala I de la Cámara Federal de San Martín, Marcelo Darío Fernández, Marcos Morán y Juan Pablo Salas, confirmaron el procesamiento de Scapolan pero por tan solo uno de los delitos imputados: la falsedad ideológica de documento público, delito con pena en expectativa baja, por lo que además de borrarle la mayor parte de la acusación, los camaristas lo ayudaron a sortear el mayor miedo: ir preso.
Aunque para la jueza Arroyo Salgado y el fiscal Domínguez tuvo un rol mayor, si Scapolan no hubiera cometido ese delito, la Bonaerense no habría podido robarle media tonelada de cocaína a los narcotraficantes. Mientras la investigación en el fuero penal avanzará con este nuevo impulso, el Jurado de Enjuiciamiento decidió que Scapolan no sea más fiscal, o sea, que no represente más los intereses generales de la sociedad.
Guastini era uno de los capos del narcolavado en la Argentina. De hecho, él mismo movió divisas y cocaína para sí y para terceros. Dueño de innumerables secretos del bajo mundo de la city porteña, pero con suerte esquiva desde 2012 cuando empezaron a caer sus hombres con miles de dólares y euros, decidió declarar como «arrepentido» en la Justicia a cambio de no ir preso.
Lo consiguió en septiembre de 2019. Recibió una condena a 3 años de prisión en suspenso por contrabandear, a través de esas «mulas», 1.524.715 de euros y 1.443.030 de dólares por los aeropuertos. Pero «entregar» a viejos socios para no ir a la cárcel le costaría muy caro.
El día elegido fue el 28 de octubre de 2019: como pudieron reconstruir los investigadores, el grupo contratado para el «trabajo» esperó media hora en la calle General Paz hasta que de pronto pasó el objetivo marcado. Era Guastini, que aunque tenía un auto blindado, decidió salir de su casa en otro.
Una camioneta le bloqueó el paso en la esquina de la calle Alberdi. Antes de que él pudiera desfundar su Glock, el sicario lo sorprendió por la izquierda y disparó tres veces que, aunque con puntería diversa, le alcanzaron para cumplir con el encargo. Al final, el asesino se subió a un auto y todos se marcharon a toda velocidad. Eran las 8.15 de la mañana.
Del crimen de Guastini participaron al menos cuatro personas: el sicario y los conductores de una moto Honda, una camioneta Toyota Hilux y un auto Ford Kinetic, con Padovani al volante.
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