AVAL DE LA PRENSA OPOSITORA A LA VIOLENCIA POLÍTICA

“Pánico a una rebelión bonaerense” publicó en tapa La Nación el domingo 9, mientras Clarín instaló la posibilidad de renuncia del ministro de Seguridad y, en nota de su jefe de redacción, Kirschbaum, proyectó “una crisis que recién está comenzando”, casi el guión para un modus operandi en la campaña electoral. El lunes 10, habla de intendentes que “ya vislumbran una derrota de Kicillof”.

Los hechos del lunes 3 sirvieron para confirmar el músculo del poder que organiza el discurso de estos medios y sus periodistas y que, otra vez, halló una palabra para sintetizar operaciones. “Hartazgo” puso Clarín en la tapa del martes, igual que La Nación (“empieza a explotar el hartazgo”), e Infobae (“las muestras de hartazgo”).

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Hartazgo escribió Gambini en Clarín y hartazgo escribió Román en La Nación, ambos el martes, y siguió el martilleo hasta el domingo, con Van der Kooy, Lanata y Kirschbaum, de Clarín, Jacquelin y Rodríguez Yebra en La Nación, entre otros y otras.

Del menú para la cobertura de manifestaciones y “piquetes” desaparecieron bruscamente las referencias al “infierno” y “caos de tránsito” y la afectación al derecho a circular. Roa, el extremista que en sus columnas de Clarín da servicio incansable a Patricia Bullrich, encontró bruscamente que “se entiende” la violencia contra Berni.

Difícil alcanzar una vara tan alta, pero La Nación se las arregló en nota de Rodríguez Yebra, quien tipeó: “la rabia que desató Berni”, a la sazón responsable de la violencia que lo tuvo como víctima. Expresión de “ira popular”, según Morales Solá, o “la furia de la ciudadanía”, según Pagni.

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Los “incidentes”, los llamó Lucía Salinas en Clarín. Gente que actuó “ante los efectos de la conmoción”, justificó Morales Solá. Jacquelin posó de ecuánime definiendo a los hechos como “inaceptable golpiza”, pero de inmediato extendió su talante comprensivo para decir que se debieron a “indignación, hastío, frustración y hartazgo”.

Decidido el diagnóstico, transmitido a los patitos en fila y repetido en concierto, siguió la conclusión, siempre en tono de cálculo electoral, con Kicillof “camino a perder”, como escribió Lanata. Catástrofe electoral peronista que ya alcanza a Kicillof, escribió Pagni. El plan reeleccionista de Kicillof que ya está golpeado, escribió Van der Kooy, quien proyecta a la inseguridad como tema predominante en la campaña. Prácticamente como si anticipara que habrá más hechos como el asesinato del colectivero, más reacciones equivalentes y, naturalmente, más y más títulos.

Por supuesto, la formidable capacidad del Frente de Todos para desnudar sus choques internos, también respecto del despliegue de fuerzas en el Conurbano, renueva las oportunidades de la oposición mediática y de los dirigentes de Juntos por el Cambio que, como es ya costumbre, repiten el discurso organizado. Lo hacen mientras tramitan su propio enfrentamiento que, como extraña excepción, trepó a los primeros planos de Clarín, Infobae y La Nación el lunes 10.

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Conmovieron poco o nada otros hechos de violencia política, uno de ellos dispuesto por la supuesta “paloma” Rodríguez Larreta: mandó en plena madrugada camiones, maquinarias y decenas de policías para demoler un galpón en el barrio de Villa Ortuzar, en el que funcionaba un centro cultural y de jubilados, una biblioteca y un bachillerato popular. Clarín, La Nación e Infobae no encontraron ni jueves ni viernes un solo centímetro de espacio para informar al público de estos hechos.

Sí dispusieron de espacio, sobre todo La Nación, para defender el domingo a dos animadoras de su canal de TV que se esmeraron en su odio y su violencia contra Florencia y Cristina Kirchner. El diario se valió del texto de una denominada fundación que controla Silvana Giudici, de la soldadesca a órdenes de Héctor Magnetto, con el cacareo habitual en estos casos, “libertad de expresión”, un valor democrático que usurpan estas bandas de desaforados y desaforadas.

Pasó casi desapercibida, además, una operación en la edición del Clarín del jueves: una resolución de Massa que “aprobó un déficit” de 1.750 millones de pesos para Pakapaka y Encuentro, los canales educativos, y DeporTV.

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Parece un eslabón más del discurso sobre el estado gastador e inútil. Pero el mensaje de fondo está en la fotografía elegida, el personaje infantil Zamba junto a José de San Martín. Es una acción de habilidad editorial difícil de atribuir al autor de la nota, y que asocia con la perdida y el dinero malgastado al personaje que hizo conectar a una parte de la niñez argentina con su historia, de una manera creativa y entusiasta.

Parece que ni el Libertador se va a salvar del proyecto de restauración conservadora.

* Hugo Muleiro, escritor y periodista. Autor de la novela "Tierra de los despojos". Co-autor de Los Garcas, Los Monstruos y La Clase un Cuarto. En la Patria Grande