Gestión Milei

Falta de gas en el AMBA y el país: planificación para el desarrollo versus el dogma anarcocapitalista

El ecólogo y urbanista Leonardo Fernández, investigador y docente del área de Ecología del Instituto del Conurbano (ICO) de la UNGS, aborda en esta nota de opinión una cuestión preocupante de cara a este invierno: el abastecimiento del gas.

Falta de gas en el AMBA y el país: planificación para el desarrollo versus el dogma anarcocapitalista

Leonardo Fernández para el Instituto del Conurbano (ICO) de la UNGS // Martes 04 de junio de 2024 | 09:37

El gobierno del Presidente Javier Milei choca con la realidad en una cuestión muy preocupante de cara a este invierno: el abastecimiento del gas. La escasez de gas natural que se está registrando en las últimas semanas obligó al Gobierno nacional a cortar el suministro en estaciones de GNC (Gas Natural Comprimido), y cerca de 100 grandes industrias con contratos de suministro ininterrumpibles, pudiendo incluso afectar la provisión domiciliaria en un año en el que el SMN (Servicio Meteorológico Nacional) pronostica como de los más gélidos en décadas, con alertas rojas, naranjas y amarillas por frío extremo en diversas provincias argentinas y en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires).

Este déficit de suministro ha obligado a cortar por algunos días el despacho de gas en estaciones de GNC del AMBA y del país, incluso un centenar de industrias, de las ramas petroquímica, cerealera, calera, agroindustrial, entre otras. Al punto de que el gobierno nacional urgido por el actual déficit de gas tuvo que importar, a través de la empresa estatal Enarsa (Energía Argentina Sociedad Anónima), un cargamento de GNL (Gas Natural Licuado) de la empresa Petrobras y precipita la contratación de 8 buques más por un costo de unos USD 160 millones que serán despachados en el Regasificador de la localidad de Escobar. Se trata de una medida de emergencia inédita en el país que supone la compra directa, entre otras cuestiones, a un costo 3 veces superior al gas de Vaca Muerta, según indican especialistas, dirigentes y medios de comunicación.

La Argentina que posee la segunda reserva de gas no convencional del mundo no logra abastecer la demanda energética interna y desde hace décadas apela a la importación. Según los datos de ENARGAS (Ente Nacional Regulador del Gas), en base a una serie histórica, el consumo anual de gas natural en el país asciende a casi 50 mil millones de metros cúbicos (MMm3/año), con aproximadamente la mitad de este consumo concentrado en el AMBA. Esta demanda gasífera podría resumirse en tercios que se reparten el suministro. Las centrales térmicas para la generación eléctrica consumen un poco más de 13 MMm3/año. Por su parte, el sector industrial consume otra fracción similar. El tercio restante lo conforman fundamentalmente el suministro residencial (10 MMm3/año ), además del comercial, entre otros sectores con menos participación. En tanto el GNC viene sosteniendo una participación cercana 2.2MMm3/año en el uso de este combustible de reemplazo de la nafta.

En las últimas décadas, la producción de gas en Argentina ha sido insuficiente, especialmente durante el invierno. Incluso en veranos calurosos, cuando la estacionalidad del consumo es muy significativa, se experimentan demanda de importación gasífera.

Paradójicamente la producción local de gas alcanzaría para atender la demanda 5, 6 veces o más, sobre todo con los nuevos recursos que brinda Vaca Muerta, pero esto no es posible hasta que no se concreten las infraestructuras de transporte de gas previstas. Precisamente para abordar esta situación, se han seguido dos caminos paralelos y complementarios en la planificación del sector gasífero. El primero se centra en mejorar la infraestructura para el abastecimiento de gas argentino, destacando proyectos como el Gasoducto Néstor Kirchner y el Reversal del Norte. El segundo camino implica la importación de gas desde Bolivia, así como la entrada de buques de GNL en el mercado durante los meses de mayor consumo energético. Argentina cuenta con regasificadores en Bahía Blanca desde hace décadas y, posteriormente, se instaló el regasificador en Escobar. Incluso se ha considerado la hipótesis de una tercera estación regasificadora en la zona rionegrina del Golfo San Matías, con la posibilidad de reversibilidad de flujos para la exportación de gas, similar a la infraestructura de Bahía Blanca.

Ahora bien, si este panorama es conocido, lo que revela esta actual crisis energética es la procrastinación del ejecutivo nacional en el ejercicio de la función pública, tanto en materia de planificación de la inversión de infraestructura energética, como de la gestión del suministro de gas previstas para este año, incluyendo la importación de GNL para los meses fríos. Tal como la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner publicó en las redes sociales, debido a la suspensión por parte del gobierno de Milei de obras complementarias (compresores) por menos de 40 millones de dólares bajo el dogma del ajuste "¡superávit fiscal o muerte!" se tienen que contratar buques por montos muy superiores. Una medida absurda ya que el país cuenta con planes para el suministro del gas soberano y el gobierno actual tiene escasez de dólares.

Efectivamente, con la interrupción del Reversal del Norte y el Tramo II del Gasoducto Néstor Kirchner, se detuvo obras para el abastecimiento gasífero que brinda Vaca Muerta a más de 6 millones de usuarios del Norte argentino, inclusive la opción de exportación de GNL argentino al mercado de Brasil impulsada hace algunos años. Un dato que hoy día se da de bruces con el arribo de buques de reventa de GNL, irónicamente comprado a una empresa brasileña. La semana pasada CAMMESA (Compañia Administradora del Mercado eléctrico Mayorista) licitó cargamentos de fuel y gasoil por más de 500 millones de dólares, presionada a un suministro alternativo para la alimentación de las centrales termoeléctrica, que resulta más costoso y contaminante que el gas.

Recordemos que durante el último verano, al inicio del nuevo gobierno, se vislumbraron problemas en el suministro eléctrico, íntimamente vinculado al abastecimiento de gas de nuestra matriz energética, principalmente térmica. En una conferencia dirigida a líderes empresariales, la recién nombrada Ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, alertó sobre posibles contingencias en los meses venideros. Con el aumento de las temperaturas y, consecuentemente, la creciente demanda de electricidad, Mondino preveía la aparición de problemas en el sector eléctrico. En este contexto, la Ministra instó a los industriales a prepararse para el verano, advirtiendo que "el que no tenga generador vaya comprando, no alcanza lo que hay". Esta declaración no sólo se interpretó como una advertencia sobre problemas en el sector energético, sino también como un claro indicio del retiro de la participación estatal y de la inversión pública en infraestructuras, tal como vienen sucediendo.

 

La falta de gas actual, en medio de una depresión económica autoinfligida y de un crudo frío polar que se adelanta, se debe al programa económico que Milei lo proclamó como "el ajuste más grande de la historia de la humanidad” durante el discurso celebratorio de la Revolución de Mayo, en el Cabildo de la Ciudad de Córdoba. Ciertamente, la apuesta de la cartera de economía nacional que lleva adelante el Ministro Luis “toto” Caputo se está pagando muy caro y con mucho sufrimiento social. Aunque pareciera que se está torciendo el dogma gubernamental al tener que reactivar los planes de obra pública para alcanzar la soberanía energética como el gasoducto Reversal del Norte (Resolución 233/2024 publicada el 27/05/24 en el Boletín Oficial) y que bajo doctrinas anarcocapitalista se pretendió cancelar.

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