NEOPIRATISMO

Singer, el rey de los buitres que hostigan a los argentinos

El enemigo número uno del país ganó fortunas lucrando con la desdicha de países y empresas privadas en problemas. Es un caradura que se presenta como adalid contra la corrupción.

Tal como recordó Cristina días atrás, el abogado de 69 años nunca le prestó un centavo a nuestro país

Tal como recordó Cristina días atrás, el abogado de 69 años nunca le prestó un centavo a nuestro país


Luis María Galo // Miercoles 18 de junio de 2014 | 21:55

Bajo su sereno aspecto de profesor universitario, Paul Singer es un verdadero buitre. Pensá en el Paul Gekko de Wall Street, en el Jordan Belfort de Lobo de Wall Street o en cualquier especulador codicioso cuyo Dios sean las ganancias exorbitantes, a costa de decenas de miles de empleos o de la tranquilidad de una nación entera.

 


Tal como recordó Cristina días atrás, el abogado de 69 años nunca le prestó un centavo a nuestro país: en 2008 compró títulos argentinos en default por apenas 48 millones de dólares, gastó otros 70 millones en letrados de primera categoría, desdeñó el canje de 2010 y presentó una demanda en Nueva York. En una insólita interpretación de la cláusula pari passu (tratamiento igualitario de los acreedores) el juez Thomas Griesa le dio la razón al señor Singer: sentenció que los argentinos tendremos que pagarle 832 millones de dólares, el valor nominal de los bonos que datan de la era neoliberal. ¡Un rédito de mas del 1.600 por ciento!

 

Al señor Singer no le ha ido mal en la vida. Quienes lo conocen coiciden en que tiene un carácter de hierro. En 1977 fundó en Wall Street la Elliot Management Corporation, con un capital de un millón de dólares. Se especializó, entre otras faenas a favor de la humanidad, en comprar deuda depreciada de países pobres (como Perú o Congo) para después reclamar en los tribunales de su país un valor muchísimo más elevado. La Elliot hoy administra activos por u$s 23 mil millones. Entre sus propiedades está el fondo buitre NML Capital, justamente el beneficiado por la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de lavarse las manos y de esta manera dejar en vigor los fallos de Griesa. NML presentó decenas de pedidos de embargos contra nuestro país: logró inmovilizar durante semanas la Fragata Libertad en un puerto de Ghana. Tiene su sede en las islas Cayman, obviamente. Se trata de pagar los menos impuestos que se pueda.

 

Obviamente, el señor Singer no sólo se alimenta de la carroña estatal, también hace de las suyas en el sector privado. Busca empresas en problemas. Tomemos un caso: junto a otros buitres lograron hacerse cargo de una las principales autopartistas estadounidenses: Delphi, una ex subsidiaria de General Motors. Compraron su deuda por un veinte por ciento de su valor nominal y luego las acciones de la compañía a 67 centavos de dólar cada uno. Sanearon la firma, usufructuaron una generosa ayuda estatal (se habla que la administración Obama le concedió beneficios estatales por unos u$s 12.900 millones) y luego salieron otra vez a la Bolsa con la acción a 22 dólares. ¡Una ganancia del 3.000 por ciento! ¿Sanearon Delphi, dije? No, llamemos a las cosas por su nombre: Singer y sus secuaces destruyeron 25.000 empleos industriales. De las 29 plantas que la compañía tenía en Estados Unidos, sólo cuatro siguen funcionando.

 

El señor Singer es un generoso donante a la policía de Nueva York y a las arcas del Partido Republicano, incluso fue socio de Mitt Romney, el ex candidato presidencial, en el asunto Delphi. Sus sólidos vínculos políticos, sin duda, le han sido de utilidad al pleitear contra países soberanos. Se lo considera un ardiente opositor a las políticas keynesianas de Barack Obama y la Reserva Federal. El año pasado su fondo estrella ganó 12% anual libres de polvo y paja, lo que es una fortuna en Wall Street. El señor Singer, graduado en la Harvard Law School, es también un enorme caradura. En las poquísimas entrevistas que ha concedido, se presenta como un cruzado contra la corrupción tercermundista. Se jacta de obligar a las naciones a honrar sus compromisos de deuda. El buitre tiene un costado tierno: es un activista a favor del matrimonio igualitario y se ufana de haber logrado (los millones de dólares suelen ser muy persuasivos) que políticos tradicionalistas cambien su opinión al respecto. Uno de los hijos del señor Singer es gay y contrajo matrimonio en Boston en 2009.

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