Las cifras finales de 2024 muestran una caída alarmante del 17,1% en la producción de vehículos. Aunque desde ADEFA proyectan un 2025 "favorable", las políticas de ajuste y liberalización del gobierno de Javier Milei son un lastre que ahoga la industria local y amenaza el empleo.
Osvaldo Peralta // Martes 07 de enero de 2025 | 07:47
(Por Osvaldo Peralta) La industria automotriz argentina cerró 2024 con una caída del 17,1% en la producción de vehículos respecto al año anterior. El retroceso es contundente: 506.571 unidades fabricadas contra las 610.715 del 2023, según el informe de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA). Este descenso, lejos de ser un fenómeno aislado, evidencia un entramado de factores que apuntan directamente a las políticas del gobierno de Javier Milei, marcadas por ajustes indiscriminados, el recorte de incentivos y una ausencia de visión estratégica para sostener la producción nacional.
En un contexto global de alta competitividad y transformación tecnológica, el sector automotriz argentino opera bajo presión. Sin embargo, las políticas adoptadas en el último año no han hecho más que profundizar la crisis. La eliminación del impuesto PAIS y el decreto que exime a las exportaciones incrementales del pago de retenciones son, según Martín Zuppi, presidente de ADEFA, avances positivos. Pero estos beneficios han sido insuficientes para contrarrestar un esquema general de liberalización que deja a las terminales automotrices expuestas a la competencia internacional sin un respaldo real desde el Estado.
La paralización de plantas y los despidos son dos de las consecuencias más visibles de esta caída en la producción. Aunque el gobierno insiste en proyectar un 2025 "favorable", con un aumento estimado del 10 al 15% en los principales indicadores del sector, la realidad es mucho más compleja. En términos de exportaciones, por ejemplo, el balance de 2024 fue también negativo: 314.735 vehículos vendidos al exterior, un 3,4% menos que en 2023.
Las cifras de producción y exportación no solo reflejan un problema coyuntural. Están atravesadas por decisiones políticas que afectan estructuralmente a la industria. La apertura indiscriminada a importaciones, la falta de financiamiento para el desarrollo tecnológico local y la ausencia de un plan industrial integral son algunos de los factores que han contribuido a este desplome. A esto se suma un gobierno que parece priorizar los intereses de los grandes capitales financieros por encima de los sectores productivos.
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Las medidas anunciadas por ADEFA, como inversiones proyectadas por 1.700 millones de dólares, no son suficientes para revertir la caída en la competitividad global del país. Además, estas inversiones están condicionadas por un marco político y económico inestable, donde los cambios abruptos en las reglas del juego frenan cualquier intento de planificación a largo plazo.
La crisis de la industria automotriz no es un problema que afecta únicamente a las terminales. Su impacto se extiende a toda la cadena de valor: autopartistas, concesionarios, logística y, sobre todo, los trabajadores. Miles de empleos están en juego en un sector que históricamente ha sido motor de la economía argentina.
El discurso oficial se esfuerza en destacar los "logros" del último trimestre, como el crecimiento interanual del 22% en las exportaciones durante diciembre o el incremento del 97,3% en las ventas mayoristas respecto al mismo mes de 2023. Sin embargo, estos datos puntuales no alcanzan para revertir un año en rojo.
Mientras tanto, la ciudadanía enfrenta un mercado laboral cada vez más precarizado. La falta de políticas activas para proteger la producción nacional y garantizar condiciones de trabajo dignas deja a los trabajadores a merced de decisiones empresariales que buscan maximizar sus ganancias en un contexto adverso.
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La industria automotriz necesita mucho más que discursos optimistas y proyecciones infladas. Requiere un Estado que actúe como regulador y facilitador, protegiendo a los sectores estratégicos frente a los vaivenes del mercado global. La experiencia de otros países demuestra que la combinación de políticas públicas activas, incentivos fiscales bien diseñados y una apuesta por la innovación tecnológica son clave para sostener y potenciar a la industria.
El gobierno de Javier Milei, sin embargo, parece decidido a desentenderse de esta responsabilidad. Su enfoque liberalizador no solo pone en riesgo la recuperación de la industria automotriz, sino también la capacidad del país para generar empleo, valor agregado y competitividad en un sector clave de la economía.
Fuentes:
Mientras el gobierno de Javier Milei guarda silencio en el 192° aniversario de la usurpación británica de las Malvinas, el presidente venezolano Nicolás Maduro reafirma su apoyo a la causa argentinahttps://t.co/zVdtxUuOhM pic.twitter.com/FEBGaPKqdX
— En Orsai (@EnOrsai) January 7, 2025