La política económica de Milei apunta a profundizar la dependencia y exclusión económica del país, con un régimen de incentivos que privilegia a las grandes inversiones extranjeras a costa de la soberanía y el desarrollo nacional. Una ley que nos lleva inevitablemente a entregar nuestra soberanía económica par convertirse legalmente en una colonia sin mayores aspiraciones.
Walter Onorato // Domingo 19 de mayo de 2024 | 14:25
(Por Walter Onorato - @WalterOnorato) El Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) presentado por el gobierno de Javier Milei es un proyecto que, de aprobarse, podría conducir a la economía argentina hacia un abismo de dependencia y exclusión, muy lejos del desarrollo sostenible y la inclusión que necesita. Este plan, destinado a atraer inversiones extranjeras en sectores como la minería, el petróleo y el gas, ofrece un conjunto de beneficios fiscales y cambiarios que, según sus críticos, convertirán al país en una guarida fiscal y en una economía de enclave.
La propuesta ha generado un intenso debate y fuertes críticas, ya que va en contra de las tendencias mundiales de reindustrialización y fortalecimiento de las cadenas de valor nacionales. El RIGI establece un régimen de beneficios para inversiones superiores a los 200 millones de dólares, incluyendo una reducción de la alícuota del impuesto a las ganancias del 35% al 25%, la amortización acelerada de inversiones y aranceles cero para la importación de maquinarias.
Como explicó el maestro Alfredo Zaiat en su último artículo en Páginas12, el RIGI elimina las retenciones a las exportaciones provenientes de estas inversiones y reduce progresivamente la obligación de liquidar divisas en el mercado cambiario local hasta llegar al 0% en el tercer año. Estos beneficios, diseñados para atraer capital extranjero, implican una cesión de soberanía sin precedentes y un modelo de desarrollo que deja a Argentina en una posición vulnerable.
Santiago Liaudat y Gustavo Atencio, en un artículo detallado para APU (Agencia Paco Urondo), advierten sobre los efectos negativos que el RIGI podría tener sobre la balanza comercial y cambiaria del país. Explican que mientras se facilitan las importaciones, se exime a los inversionistas de ingresar los dólares de exportación, lo que deteriorará aún más la balanza de pagos de Argentina. Esto, en un contexto donde la economía ya sufre por la escasez de divisas, podría tener consecuencias desastrosas.
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La situación se agrava cuando se considera el trasfondo global de las políticas industriales. Países como Estados Unidos, la Unión Europea y China están implementando estrategias de reindustrialización y fortalecimiento de sus cadenas de valor. Estas políticas incluyen subsidios y beneficios fiscales a cambio de compromisos de desarrollo local y generación de empleo. En contraste, el RIGI no exige ninguna condición a cambio de los beneficios otorgados. Ni siquiera se impone un requisito de compre nacional, perpetuando una desconexión entre las inversiones extranjeras y el desarrollo de la industria local.
Por su parte, el economista Daniel Schteingart lideró un estudio que demuestra el potencial de Argentina para duplicar sus exportaciones hacia 2030 con una estrategia de desarrollo nacional y salida exportadora. El informe "Argentina Productiva 2030" estima que el país podría generar 180 mil millones de dólares adicionales en exportaciones, principalmente desde los sectores de energía, minería, agroindustria y servicios basados en el conocimiento. Sin embargo, el RIGI no aprovecha este potencial, sino que lo socava, al no asegurar que los dólares de exportación ingresen al país y no promover una integración con la economía local.
El gobierno de Milei, en su desesperación por atraer divisas, ha diseñado un régimen que entrega a las grandes corporaciones extranjeras el control sobre los recursos naturales del país, sin garantizar un retorno significativo para la economía argentina. La consultora PxQ, dirigida por Emmanuel Álvarez Agis, señala que el RIGI excluye a los dólares de nuevos financiamientos externos del control de cambios, eliminando así cualquier obligación de ingresar esas divisas al Banco Central. Esta disposición, combinada con la naturaleza capital-intensiva de las inversiones previstas, significa que Argentina no verá reforzadas sus reservas de divisas a mediano plazo, profundizando la crisis del sector externo.
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El director ejecutivo de Fundar, Martín Reydó, critica duramente el RIGI en el portal Cenital, afirmando que el núcleo del plan es una combinación de privilegios al capital extranjero sin ninguna condición a cambio. Según Reydó, el régimen propuesto ata al Estado argentino de pies y manos durante 30 años, impidiendo cualquier ajuste futuro que pueda buscar beneficios más equitativos para el país.
Los economistas del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) también han advertido sobre las similitudes entre el plan de Milei y los principios del Consenso de Washington, que promueven la liberalización y desregulación en detrimento del desarrollo industrial y la equidad. En contraste con las políticas industriales actuales de Estados Unidos y Europa, que buscan fortalecer las cadenas de suministro y la producción local, el RIGI propone un modelo que incrementará la dependencia de Argentina de las importaciones y exportaciones controladas por corporaciones extranjeras.
El informe del CEPA resalta que mientras Estados Unidos y la Unión Europea invierten masivamente en reindustrialización y tecnologías limpias, Argentina, bajo el RIGI, se encamina a una especialización en la exportación de recursos naturales sin valor agregado. Esto no solo perpetúa un modelo económico dependiente y vulnerable, sino que también compromete la sustentabilidad fiscal y del sector externo del país.
También podemos sumar las declaraciones de la severa crítica de Roberto Salvarezza sobre el Régimen de Inversiones y Gestión de Inversiones (RIGI), que, según él, abre las puertas a una nueva forma de colonialismo. “El RIGI da todas las ventajas para que vengan y se lleven todo, abre las puertas coloniales,” afirmó, señalando que las políticas actuales están diseñadas para facilitar la explotación de recursos sin agregar valor a nivel local. Este enfoque, en su opinión, condena a Argentina a ser un mero proveedor de insumos para economías más desarrolladas, perpetuando un modelo neocolonial
En definitiva, el RIGI no ofrece una plataforma viable para el desarrollo económico de Argentina. En lugar de promover la industria nacional y mejorar el perfil productivo, consolida un modelo de dependencia y exclusión, beneficiando a unos pocos a costa del bienestar y la soberanía de la mayoría. El Senado tiene en sus manos la responsabilidad de rechazar este proyecto y buscar alternativas que realmente impulsen el desarrollo integral y sostenible del país.
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Ahora bien, sigamos el análisis realizado por OCIPEx. El Régimen de Inversiones para Grandes Inversiones (RIGI) propuesto por el gobierno de Javier Milei es una iniciativa que promete traer grandes inversiones al país. Sin embargo, detrás de la fachada de crecimiento económico y desarrollo, se esconden peligrosas concesiones que podrían convertir a Argentina en un terreno fértil para el saqueo de sus recursos y la pérdida de soberanía económica y jurídica.
El RIGI establece reformas estructurales en aspectos fiscales, económicos y jurídicos que, según OCIPEx, brindarán beneficios excesivos e innecesarios a grandes corporaciones transnacionales, mientras limitan las capacidades de futuros gobiernos para planificar un desarrollo sostenible y equitativo. Este proyecto, más que una refundación de Argentina, parece un paso hacia su refundición.
Estabilidad Fiscal y Aduanera: Un Seguro para las Corporaciones
Uno de los pilares del RIGI es la estabilidad tributaria, aduanera y cambiaria por 30 años. Esta medida, que podría parecer atractiva para atraer inversiones, en realidad concede un plazo excesivo que deja al Estado con escasa capacidad de respuesta ante cambios económicos y políticos futuros. La estabilidad por tres décadas es un regalo que ni las economías más liberales del mundo otorgan a las corporaciones.
Privilegios Tributarios: Un Obsceno Regalo a las Grandes Empresas
El RIGI ofrece una serie de privilegios tributarios que son inalcanzables para las empresas nacionales, especialmente las pymes. Entre ellos se encuentran la reducción del Impuesto a las Ganancias al 25%, amortización acelerada, deducción ilimitada de quebrantos impositivos, y una tasa de solo 3.5% para la distribución de dividendos y remesas al exterior después de siete años de adhesión al régimen. Además, permite el pago del IVA con Certificados de Crédito Fiscal y exenciones de derechos de exportación e importación. Estos beneficios, en conjunto, crean un entorno de competencia desleal que podría llevar a la desaparición de empresas locales incapaces de competir en igualdad de condiciones.
Empleo y Desarrollo Local: Una Promesa Vacía
El RIGI no establece metas cuantitativas para la generación de empleo ni exige la contratación de trabajo local. Este vacío permite que las inversiones en sectores como minería e hidrocarburos, que generan pocos empleos de calidad, no contribuyan significativamente al desarrollo laboral del país. Tampoco incluye cláusulas para el desarrollo de proveedores locales, lo que significa que la industria y producción nacional quedarán fuera de estas inversiones. Las empresas beneficiarias estarán exentas de políticas de Compre Nacional, debilitando aún más el tejido productivo local.
Tecnología y Reinvención: Ausencias Críticas
El proyecto no exige reinversiones de utilidades ni inversiones en investigación y desarrollo (I+D). La transferencia de tecnología, un componente esencial para el crecimiento económico sostenible, brilla por su ausencia en el RIGI. En su lugar, se permite la importación de maquinaria usada, potencialmente obsoleta, perpetuando una matriz productiva primarizada y dependiente de recursos naturales con poco valor agregado.
Saqueo de Recursos y Desabastecimiento Interno
El RIGI otorga a las empresas la libertad de exportar sin restricciones, lo que puede llevar al desabastecimiento del mercado interno y aumentar los precios de productos esenciales como combustibles y alimentos. Además, la apertura indiscriminada a las importaciones perjudicará a las industrias locales, desde la siderurgia hasta el calzado, al permitir la entrada de productos extranjeros sin restricciones, erosionando aún más la capacidad productiva del país.
Divisas: Pan para Hoy, Hambre para Mañana
Si bien el RIGI promete un flujo inicial de divisas, a largo plazo empeorará la situación económica del país. Después de tres años, las empresas podrán disponer libremente de sus divisas, remitiéndolas al exterior sin limitaciones. Esto socavará las reservas nacionales y agravará la ya precaria estabilidad cambiaria.
Desigualdad Regional y Sostenibilidad Ambiental
El RIGI no contiene objetivos específicos para el desarrollo de las economías regionales ni considera los impactos socioambientales. Esto perpetúa la lógica extractivista del derrame, que ha demostrado ser ineficaz en términos de desarrollo social y sostenible. Las provincias, especialmente aquellas dependientes de los recursos naturales, se verán afectadas negativamente al no poder beneficiarse de manera equitativa de estas inversiones.
Soberanía Jurídica: La Última Frontera del Colonialismo
El RIGI permite a las empresas recurrir a tribunales arbitrales extranjeros como el CIADI para resolver disputas. Esta cesión de soberanía jurídica ha demostrado ser costosa y perjudicial para Argentina en el pasado, con demandas millonarias que han drenado recursos nacionales en beneficio de grandes corporaciones internacionales.
Conclusión: Un Retroceso a la Época Colonial
El RIGI, lejos de ser una solución para los problemas económicos de Argentina, se perfila como un mecanismo para el saqueo de sus recursos y la pérdida de soberanía. Bajo la apariencia de atraer inversiones, este proyecto expone al país a un nuevo tipo de colonialismo económico, donde los beneficios se concentran en unas pocas manos extranjeras mientras la población local soporta los costos. La estabilidad fiscal, la apertura indiscriminada y la ausencia de metas de desarrollo local son espejismos que ocultan un futuro de dependencia y desigualdad. Argentina debe reconsiderar esta propuesta y buscar alternativas que realmente promuevan un crecimiento sostenible, equitativo y soberano.
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