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Timor Oriental: Un ejemplo del bimonetarismo que pregona Javier Milei

El sueño de los libertarios es la perdida de soberanía económica con una supuesta dolarización de la economía. Veamos en este artículo como es la vida de Timor Oriental, un pais donde las transacciones económicas se realizan en dólares pero los trabajadores cobran en su moneda local. La presencia del dólar estadounidense en este pais ha permeado la vida diaria generando una dinámica monetaria dual que después de tres décadas no ha demostrado ser muy efectiva.

Timor Oriental: Un ejemplo del bimonetarismo que pregona Javier Milei

Osvaldo Peralta // Domingo 03 de diciembre de 2023 | 06:52

La dolarización económica emergió como la pieza angular y la bandera principal de la campaña electoral liderada por Javier Milei, representante de La Libertad Avanza (LLA), quien resultó victorioso en las elecciones presidenciales.

Su enfoque programático se centra en severos recortes al gasto público y la adopción del dólar estadounidense como moneda oficial, una propuesta que reafirmó incluso luego de su alianza con Mauricio Macri.

La estrategia de dolarizar la economía no solo marcó el eje central de la campaña de Milei, sino que también se perfila como un componente esencial de su futura gestión.

Sin embargo, este enfoque genera debate y expectativas en torno a las medidas y cambios que podrían definir el rumbo económico de la nación bajo su liderazgo. Vemos sintéticamente uno de los ejemplos de economía bimonetaria a nivel mundial. Se trata de Timor Oriental que al parecer es a donde nos intentará conducir el nuevo presidente en materia económica.

Timor Oriental, es un pais situado en Asia sudoriental, una isla reconocida por su pequeña extensión territorial de 14,870 km², lo que la posiciona entre los países más diminutos del mundo. Con una población de aproximadamente 1,320,942 personas y una densidad poblacional moderada de 89 habitantes por km², el país se coloca en el puesto 155 en la tabla mundial de población.

Su capital es Dili, el epicentro de esta nación. A nivel económico, Timor Oriental figura en la posición 165 por su volumen de Producto Interno Bruto (PIB). Su deuda pública, representada en 2019 por 208 millones de euros y con una proporción de deuda en relación al PIB del 9.53%, señala a este país con una deuda per cápita de 161 euros por habitante.

Los indicadores económicos reflejan una realidad que sitúa a Timor Oriental en un lugar desafiante en términos de calidad de vida. Con un PIB per cápita de 2,274 euros en 2022, ocupa el puesto 143 en la tabla global, mostrando un nivel de vida comparativamente bajo respecto a otros países.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH), un indicador crucial de calidad de vida establecido por las Naciones Unidas, señala una baja calidad de vida para los timorenses. Además, su clasificación en el ranking Doing Business, que evalúa la facilidad para hacer negocios, ubica a Timor Oriental en el puesto 175 de 190 países.

En lo referente a la percepción de corrupción en el sector público, el país alcanza 42 puntos en el Índice de Percepción de la Corrupción, ubicándose en el puesto 77 de 180 países.

 

La economía de Timor oriental y su dolarización

La dolarización de la economía en Timor Oriental se remonta a su período de transición hacia la independencia a principios de la década de 2000. Tras siglos de ocupación colonial por parte de Indonesia, Timor Oriental se enfrentó a una serie de desafíos económicos y políticos al convertirse en una nación independiente en 2002.

Durante este tiempo, la economía de Timor Oriental experimentó una serie de dificultades, incluyendo la necesidad de establecer una moneda nacional estable y funcional. Ante la urgencia de crear una moneda local robusta, se optó por la adopción del dólar estadounidense como moneda oficial.

La decisión de dolarizar la economía, durante la presidencia de Xanana Gusmão se basó en varios factores. En primer lugar, se buscaba garantizar la estabilidad financiera y evitar fluctuaciones monetarias que afectaban la economía incipiente del país. La elección del dólar estadounidense ofrecía una moneda de uso internacional y por su supuesta estabilidad.

Además, la dolarización facilitó las transacciones comerciales y financieras con socios internacionales, eliminando las complicaciones asociadas con la fluctuación de una moneda propia en los mercados internacionales.

Sin embargo, es importante señalar que aunque el dólar estadounidense se convirtió en la moneda dominante, el país todavía mantiene su propia moneda, el Timor-Leste Centavo. A pesar de su existencia, el uso generalizado y la aceptación del dólar estadounidense en la vida cotidiana han marcado una dualidad monetaria en la economía de Timor Oriental.

El centavo es la moneda emitida por el Banco Central de Timor-Leste desde la independencia del país en 2002.

La influencia del dólar en Timor Oriental se basa en varios factores, siendo la estabilidad y confianza que representa una de las razones principales. La moneda estadounidense, ampliamente reconocida y utilizada internacionalmente, ha ganado terreno en las transacciones comerciales y financieras debido a su aceptación global.

Esta aceptación se refleja en la diversidad de establecimientos y comerciantes en Timor Oriental que no solo aceptan el dólar, sino que también lo prefieren por su facilidad en las transacciones y su estandarización en el comercio internacional. Este fenómeno se ve acentuado por la presencia de una población multicultural en el país, incluyendo trabajadores extranjeros y personal de organizaciones internacionales, para quienes el dólar es la moneda de referencia.

La dualidad monetaria, aunque singular, se manifiesta en la cotidianidad de Timor Oriental. A pesar de ser el Timor-Leste Centavo la moneda oficial, el dólar estadounidense se ha convertido en una opción común, facilitando las transacciones, especialmente en áreas comerciales y turísticas.

Este fenómeno económico refleja la interconexión de Timor Oriental con la economía global y destaca la influencia de una moneda extranjera en la vida diaria del país, coexistiendo con su moneda oficial, el Timor-Leste Centavo, y demostrando una dinámica monetaria dual arraigada en la realidad económica del país.

 

Los efectos negativos del bimonetarismo en Timor Oriental

La situación de convivencia entre el Timor-Leste Centavo y el dólar estadounidense en Timor Oriental ha generado una serie de repercusiones negativas que han impactado diversos aspectos de la economía del país.

Uno de los principales problemas derivados de esta dualidad monetaria es la falta de control sobre la política monetaria y la capacidad del gobierno para manejar la economía de manera eficaz. Al tener dos monedas circulando simultáneamente, la autoridad monetaria enfrenta desafíos para regular la oferta de dinero y aplicar medidas económicas que sean efectivas para estabilizar la economía.

Esta coexistencia también ha contribuido a la volatilidad en los precios y ha dificultado la planificación económica, ya que los precios de bienes y servicios pueden fluctuar dependiendo de la moneda utilizada en la transacción. Esto puede generar incertidumbre en el mercado y afectar el poder adquisitivo de la población.

Otro impacto negativo se relaciona con la dependencia del dólar estadounidense en la economía local. Aunque el uso del dólar puede simplificar algunas transacciones, también puede exponer la economía de Timor Oriental a fluctuaciones en el valor del dólar en los mercados internacionales, lo que puede afectar su estabilidad económica y financiera.

Además, la preferencia por el dólar estadounidense en ciertas transacciones ha llevado a una disminución en la circulación y el uso del Timor-Leste Centavo, lo que podría debilitar la confianza en la moneda nacional y dificultar su fortalecimiento como instrumento financiero nacional.

 

La consecuencia del bimonetarismo en Timor

La dualidad monetaria entre el Timor-Leste Centavo y el dólar estadounidense en Timor Oriental ha tenido un impacto profundo en el ámbito laboral e industrial del país. Uno de los desafíos más significativos se relaciona con la estabilidad laboral y los salarios de los trabajadores. La fluctuación en el valor de ambas monedas ha creado incertidumbre en los ingresos de los empleados, ya que los sueldos pueden verse afectados por cambios en el tipo de cambio entre las dos monedas.

Esta situación dificulta la planificación financiera tanto para los trabajadores como para las empresas, ya que los costos laborales pueden variar en función de la moneda utilizada para los pagos. Además, la preferencia por el dólar estadounidense en algunas transacciones comerciales puede influir en la fijación de salarios en esa moneda, lo que complica aún más la situación para los trabajadores que reciben sus salarios en Timor-Leste Centavos.

En el ámbito industrial, la convivencia de dos monedas ha generado desafíos adicionales. Las empresas enfrentan dificultades para establecer precios estables para sus productos, ya que la fluctuación en los tipos de cambio puede afectar los costos de producción y los márgenes de ganancia. Esto puede resultar en una menor competitividad en el mercado internacional y dificultar el crecimiento y la expansión de las industrias locales.

Además, la incertidumbre relacionada con la preferencia por el dólar estadounidense puede desincentivar la inversión extranjera directa en el país, ya que los inversores podrían percibir una falta de estabilidad en el entorno económico.

 

Los resultados de la mentira bimonetarista

Ahora bien, veamos cuales son los resultados de las políticas bimonetaristas reflejadas en la calidad de vida de los ciudadanos de Timor Oriental. Estos registran niveles "alarmantes" de hambre, una situación que se ha agravado en los últimos años, y es el segundo peor clasificado entre 107 países, después de Chad, según la última edición del Índice Global del Hambre (IGF).

El informe, que otorga a Timor Oriental un IGF de 37,6 (sobre un máximo de 100, la peor clasificación), considera "alarmante" la situación del país, siendo la segunda peor en el índice del año 2020 entre los países analizados.

Al observar que la situación ha empeorado en Timor-Leste, los autores del informe explican que esto se debe a "una serie de factores que han contribuido a la inseguridad alimentaria crónica en Timor-Leste".

Entre los factores destacan la baja productividad agrícola, el consumo inadecuado de alimentos, “tanto en cantidad como en calidad”, y la dependencia de muchos timorenses de “estrategias únicas de escaso valor de subsistencia”.

"La infraestructura básica de saneamiento, agua potable, carreteras, riego, escuelas y salud es deficiente, al igual que el nivel de capital financiero y humano del país", afirma.

“Los riesgos climáticos también han tenido impactos negativos (IPC 2019)”, afirma.

De particular preocupación es la desnutrición infantil, “más de la mitad de los niños sufren retraso en el crecimiento y casi el 15% de los niños padecen emaciación”, señala el estudio.

El Índice anual, elaborado por las organizaciones Weit Hunger Hilfe y Concern Worldwide, y que incluye la participación de expertos de Chatham House y el Centro Europeo para la Gestión de Políticas de Desarrollo, busca “medir y rastrear de manera integral el hambre global, regional y nacional”.

El IGF se basa en cuatro indicadores básicos: “desnutrición (parte de la población con ingesta calórica insuficiente), emaciación infantil o 'emaciación' (niños menores de cinco años que tienen un peso insuficiente para su altura, lo que refleja desnutrición aguda), retraso del crecimiento infantil o 'retraso del crecimiento'. (niños menores de cinco años que son bajos para su edad, lo que refleja desnutrición crónica) y la mortalidad infantil (la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años, que refleja la combinación fatal de nutrición inadecuada y ambientes insalubres)”.

Con base en estos indicadores, el IGF determina el hambre en una escala de 100, siendo cero la mejor puntuación posible (sin hambre) y 100 la peor, con las puntuaciones divididas por gravedad, de baja a extremadamente alarmante.

Timor Oriental registró una mejora entre 2006 y 2012, pasando de un índice de 41,4 a 34,6, sin embargo la situación ha empeorado en los últimos años, con el país cayendo hasta el 37,6, el segundo peor clasificado y el único de cada tres con resultados “alarmantes”. niveles de hambre.

El informe señala que la prevalencia de la desnutrición en Timor-Leste afecta a casi un tercio de la población (30,9%), siendo la tercera tasa más alta de los países analizados en retraso del crecimiento infantil (51,2%).

La mortalidad infantil cayó de 7,7 en 2006 a 4,6 en 2018, pero casi el 31% de la población timorense está desnutrida (una cifra que era del 41,6% en 2002).

Entre los niños menores de 5 años, el 14,6% sufre emaciación o desnutrición aguda, cifra que ha aumentado un 9,9% en los últimos cinco años.

Más de la mitad (51,2%) sufre retraso del crecimiento o desnutrición crónica, el segundo peor nivel de los países analizados, detrás de Yemen.

En términos regionales (que abarcan el sur, el este y el sudeste de Asia), Timor-Leste tiene la peor clasificación, siete puntos por encima de Afganistán y más de 10 por encima del promedio.

¿Esto es lo que quiere Javier Milei en Argentina con su intención de aplicar políticas liberales del siglo XIX cómo el mismo prometió?

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