Javier Milei, fiel a su estilo provocador, celebró una vez más su capacidad de veto, esta vez rodeado de cuatro gobernadores peronistas que parecen haber olvidado el principio básico de la justicia social que fundó su partido. En una cena íntima en la Quinta de Olivos, Raúl Jalil (Catamarca), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Gustavo Sáenz (Salta) y Hugo Passalacqua (Misiones) se sumaron al festejo por el reciente veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario, una medida que afecta directamente a miles de estudiantes, docentes y trabajadores de las universidades públicas, incluyendo a las de sus propias provincias.

El motivo oficial de la reunión, según los protagonistas, fue dialogar sobre el Presupuesto 2025 y garantizar la realización de obras públicas en sus territorios. Sin embargo, lo que quedó claro es que el verdadero interés radica en consolidar una nueva alianza política que garantice los votos necesarios para los proyectos del gobierno en el Congreso, además de la promesa de bloquear cualquier reforma que afecte el manejo discrecional de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU).

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Raúl Jalil, de Catamarca, fue uno de los primeros en llegar. Con una extraña frase, afirmó que venía "dispuesto a escuchar y pasar un rato de camaradería", ignorando completamente que la "camaradería" de esa noche incluía congratularse por una medida que atenta contra su propia universidad local. Este gobernador, a pesar de ser uno de los más recientes aliados de Milei, ya ha demostrado estar dispuesto a priorizar sus propios intereses políticos sobre los de sus ciudadanos.

Osvaldo Jaldo, gobernador de Tucumán, no ocultó su pragmatismo. "Sin tarjeta y sin plata, pero con muchos pedidos", bromeó al ingresar a la residencia presidencial. El tucumano ha sido el primero en cruzar la línea, lo que le ha valido el apodo de "Jaldei" entre sus críticos, en una referencia a la fusión entre su nombre y el de Milei. Su colaboración con el presidente no es nueva: fue él quien habilitó la provincia para la firma del llamado "Pacto de Mayo", otro ejemplo más de la sumisión de ciertos sectores del peronismo al libertarismo económico que promueve el gobierno.

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Gustavo Sáenz, el gobernador salteño, llegó con una sonrisa que lo decía todo. Su prioridad, al igual que la de sus compañeros de mesa, es asegurarse que las obras públicas sigan llegando a su provincia, sin importar el costo político que pueda acarrear apoyar las decisiones impopulares de Milei. No obstante, Sáenz no dudó en opinar sobre la interna del Partido Justicialista, sugiriendo que el PJ debe renovarse, insinuando la necesidad de dejar atrás a figuras como Cristina Fernández de Kirchner. A pesar de pertenecer a un partido aliado de Sergio Massa, su coqueteo con Milei evidencia las fisuras dentro del espacio peronista.

En contraste con la cena festiva de septiembre, en la que 87 diputados celebraron el veto a la movilidad jubilatoria con un asado en Olivos, los gobernadores presentes en esta ocasión intentaron darle un tono más sobrio al encuentro. Sin embargo, el trasfondo es el mismo: celebran medidas que perjudican a los sectores más vulnerables mientras aseguran sus propios beneficios a corto plazo. Aquella cena de los "87 héroes" fue una demostración de insensibilidad política al celebrar que miles de jubilados serían condenados a una mayor pobreza. Ahora, en una versión reducida de ese evento, Milei comparte la mesa con estos nuevos "cuatro héroes" que, al apoyar el veto a la ley universitaria, golpean a uno de los pilares más importantes del desarrollo social y cultural del país: la educación pública.

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Mientras tanto, el gobierno de Milei continúa avanzando en su estrategia de consolidar poder, y lo hace a través de alianzas con sectores peronistas que alguna vez prometieron proteger los intereses del pueblo. Los gobernadores que asistieron a la cena buscan minimizar el daño político de sus decisiones, pero es difícil ocultar que, a cambio de promesas de infraestructura, están avalando un ajuste feroz sobre la educación pública.

El Presupuesto 2025, en el que se focalizó gran parte de la conversación, promete más recortes en áreas sensibles y prioriza las obras públicas como herramienta de negociación política. Pero, en el fondo, la lógica es clara: el modelo de Milei busca reducir el Estado al mínimo, y sus alianzas con sectores oportunistas le facilitan el camino para destruir los derechos conquistados por las mayorías populares.

Es irónico que aquellos que se erigieron como defensores de los derechos del pueblo peronista hoy se sienten a la mesa de Milei para festejar la exclusión y el desmantelamiento de los servicios públicos esenciales. Con cada veto que celebra, Milei avanza un paso más en su proyecto de concentración del poder, mientras aquellos que deberían hacerle frente eligen el silencio a cambio de migajas.

Para la casta
Aseguran que los despidos en AFIP son “un premio a los evasores”https://t.co/1VHRuvaNcA pic.twitter.com/b0sb45YJxg

— En Orsai (@EnOrsai) October 22, 2024