#Universidadestomadas

El grito desesperado de las aulas: la última trinchera contra el ajuste de Milei

El hashtag #Universidadestomadas estalla en las redes sociales como símbolo de la desesperación estudiantil y docente. La comunidad universitaria denuncia la asfixia presupuestaria, el desmantelamiento del sistema educativo y la privatización encubierta impulsada por el gobierno de Javier Milei. ¿Es esta la última línea de defensa contra el colapso del conocimiento público?

El grito desesperado de las aulas: la última trinchera contra el ajuste de Milei

Osvaldo Peralta // Martes 15 de octubre de 2024 | 08:08

Un grito de auxilio frente a las políticas de ajuste de Milei

(Por Osvaldo Peralta) La escena es dramática: estudiantes ocupando las facultades, banderas ondeando desde los balcones de edificios históricos, carteles que claman "educación para todos" y "no a la privatización". Las imágenes se replican una y otra vez en la red social X (ex Twitter), bajo el hashtag #Universidadestomadas, convertido en tendencia nacional. Pero lo que subyace detrás de esta movilización es mucho más grave que una simple protesta estudiantil. Es una declaración de guerra abierta contra el plan de ajuste que Javier Milei ha impuesto al sistema de educación superior en Argentina.

 

 

La comunidad universitaria, que incluye no solo a estudiantes, sino también a docentes, investigadores y personal no docente, se ha levantado en armas frente a un gobierno que parece decidido a desmantelar uno de los pilares más importantes del país: la educación pública y gratuita. Las medidas impulsadas por el presidente, entre las que se destacan los recortes masivos en los presupuestos de las universidades, la eliminación de programas de becas y el desmantelamiento de la ciencia y tecnología, han generado una ola de indignación. Y es que el ataque al sistema universitario no es solo un ataque económico, sino ideológico. Milei no oculta su desprecio por las instituciones públicas, considerándolas un lastre para el "progreso" y la "libertad" que pregona, pero el verdadero trasfondo de su plan es mucho más oscuro: la privatización total del conocimiento.

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La toma de universidades, fenómeno que se ha replicado en casi todas las instituciones del país, no es un acto aislado. Es la respuesta desesperada ante un gobierno que ha cerrado cualquier vía de diálogo y que avanza con una política de tierra arrasada. El presupuesto destinado a las universidades públicas ha sido reducido a su mínima expresión, lo que ha llevado a una parálisis en proyectos de investigación clave, la suspensión de programas de extensión y, en muchos casos, la imposibilidad de mantener el normal funcionamiento de las facultades.

 

 

Uno de los casos más emblemáticos es el de la Universidad de Buenos Aires (UBA), cuya Facultad de Ciencias Exactas fue una de las primeras en ser ocupada por estudiantes y docentes. La decisión no fue tomada a la ligera. "No nos queda otra opción", explica María, estudiante de biología, mientras sostiene un cartel que dice "sin ciencia no hay futuro". Y es que la falta de financiamiento ha llevado a la suspensión de investigaciones fundamentales para el desarrollo del país, desde estudios sobre energías renovables hasta investigaciones en salud pública. "Milei está matando la ciencia, y con ella, nuestro futuro", sentencia.

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Este escenario de toma de universidades no es nuevo en la historia argentina, pero el contexto actual lo vuelve especialmente crítico. Mientras en el pasado las tomas respondían a demandas de mejoras específicas, hoy la lucha es por la supervivencia del sistema educativo público en su conjunto. "Estamos defendiendo algo que no es solo nuestro, sino de toda la sociedad. La universidad pública es el motor del ascenso social en este país, y Milei nos lo quiere arrebatar", declara Juan, docente de historia en la Universidad Nacional de La Plata.

 

 

La respuesta del gobierno ha sido, como era de esperarse, represiva y despectiva. Funcionarios del entorno de Milei han calificado a los manifestantes como "zánganos" que viven a expensas del Estado, perpetuando un discurso que demoniza a todo lo público. Sin embargo, la realidad que viven las universidades es la de instituciones asfixiadas, con salarios docentes que apenas alcanzan para subsistir y con estructuras que se caen a pedazos.

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Uno de los puntos más críticos de esta situación es el ataque al sistema de becas. Miles de estudiantes dependen de estos apoyos para poder continuar sus estudios, especialmente aquellos provenientes de sectores vulnerables. Con la eliminación de gran parte de estos programas, Milei no solo les está cerrando las puertas a esos estudiantes, sino que está perpetuando un sistema de desigualdad en el que solo los que pueden pagar tendrán acceso a la educación superior. La consigna de "universidad para pocos" se vuelve más real cada día.

 

 

Pero, ¿cuál es el objetivo final de esta política de ajuste? Para muchos analistas, la respuesta es clara: el vaciamiento del sistema universitario público es el primer paso para una privatización total. Las señales están a la vista. El gobierno ha comenzado a coquetear con la idea de "inversiones privadas" en las universidades, un eufemismo para la entrada del mercado en un ámbito que debería estar vedado a las lógicas de lucro.

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La reacción en redes sociales no se ha hecho esperar. El hashtag #Universidadestomadas no solo es tendencia, sino que ha desatado una ola de solidaridad que atraviesa fronteras. Desde personalidades del ámbito académico internacional hasta referentes de la cultura y el periodismo, todos se han pronunciado en defensa de las universidades públicas argentinas. Y mientras Milei sigue adelante con su agenda de ajuste, las tomas se multiplican, convirtiéndose en la última línea de resistencia.

 

 

En este contexto, es inevitable preguntarse: ¿Qué futuro le espera a la educación en Argentina si el gobierno sigue avanzando con estas políticas? ¿Será este el fin de la universidad pública tal como la conocemos? La respuesta no es clara, pero lo que sí es seguro es que la comunidad educativa no se rendirá sin pelear. Las tomas de universidades son solo el principio de una lucha que promete ser larga y feroz. Porque, como gritan los estudiantes desde las facultades ocupadas: "Si no luchamos hoy, no habrá futuro mañana".

 

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