El gobierno de Javier Milei profundiza la desintegración del Estado

Amichetti expone cómo la Casa de Moneda, fundada hace 150 años con el fin de acuñar la moneda y producir instrumentos de seguridad para el país, está siendo despojada de su capacidad productiva. Este vaciamiento no es solo simbólico, sino que tiene un impacto tangible en la economía y la soberanía del país. “Casa de Moneda es una institución que produce soberanía”, señaló el dirigente sindical, subrayando que la pérdida de esta capacidad operativa pone en riesgo la capacidad del país para gestionar su propio sistema monetario sin depender de potencias extranjeras.

Lo más alarmante es la estrategia que está siendo utilizada. Según Amichetti, se ha llamado a licitación para la impresión de billetes, pero lo que debería ser un proceso público y transparente ha sido reemplazado por una licitación privada controlada por el Banco Central. “Como es licitación privada, es el Banco quien elige quiénes se pueden presentar”, explica Amichetti, dejando entrever que detrás de esta maniobra hay intereses específicos que buscan desmantelar el aparato estatal.

El resultado de esta licitación fue la adjudicación del contrato a una empresa estatal china, un hecho que Amichetti no duda en calificar de paradójico. “No es lo mismo traer dinero de China que imprimirlo acá, hay costos de traslados”, explicó, refiriéndose al absurdo de que un gobierno que ha hecho de la crítica al Estado su bandera esté, en simultáneo, entregando la producción de su propio dinero a una empresa estatal extranjera. “Milei dice que los Estados son organizaciones criminales y le pide al Estado de China la impresión de billetes”, remarcó, visibilizando la contradicción implícita en esta operación.

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Lo que está en juego, según Amichetti, no es solo un contrato para imprimir billetes, sino un plan mucho más amplio. “El primer paso es un vaciamiento productivo, pero el trasfondo está en que quieren privatizar Casa de Moneda”, asegura. Y esta privatización, de concretarse, implicaría la entrega de un sector estratégico de la economía nacional a manos privadas, despojando al Estado argentino de una herramienta clave para ejercer control sobre su propia moneda. En este sentido, la denuncia de Amichetti no es solo una crítica a la administración de la Casa de Moneda, sino un cuestionamiento profundo a las políticas neoliberales del gobierno de Javier Milei, que parecen estar orientadas a desmantelar las capacidades del Estado, en línea con su retórica antisistema.

Las declaraciones de Amichetti también exponen un vacío de acción por parte de la propia Casa de Moneda. “No nos consta que la Casa de Moneda haya hecho el reclamo suficiente para defender la unidad productiva”, lamentó el líder sindical, apuntando a una falta de resistencia frente a un proceso que parece avanzar sin mayores obstáculos. Este silencio institucional, combinado con las maniobras del gobierno, es lo que permite que el vaciamiento siga su curso.

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Este no es un caso aislado dentro del actual gobierno, sino parte de una política sistemática que busca desintegrar el aparato estatal y ceder su control a manos privadas. La privatización encubierta que denuncia Amichetti no es más que un reflejo de una estrategia más amplia que ya se ha visto en otras áreas del Estado. La Casa de Moneda, que ha sido una herramienta clave para garantizar la estabilidad y la independencia monetaria de Argentina, ahora está bajo la amenaza de pasar a manos de capitales privados, en un contexto de creciente precarización de las funciones del Estado. “Estamos frente a un plan de desintegración del Estado”, sentenció Amichetti, dejando claro que lo que está en juego no es solo una institución, sino la capacidad del Estado argentino para sostener su soberanía.

El gobierno de Javier Milei ha dejado en claro su desdén por las instituciones estatales, calificándolas en reiteradas ocasiones como "organizaciones criminales". En este contexto, no sorprende que la Casa de Moneda esté siendo desmantelada a través de un proceso que busca debilitar su capacidad operativa y preparar el terreno para su eventual privatización. Sin embargo, lo que sí sorprende es el nivel de indiferencia con el que se está llevando a cabo este proceso, sin un reclamo público significativo y con una aceptación tácita de las fuerzas que deberían estar defendiendo al Estado.

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Amichetti concluye sus declaraciones con un llamado a la acción. La defensa de la Casa de Moneda, según él, no es solo una cuestión sindical, sino un deber patriótico. “Casa de Moneda es una institución estratégica del Estado”, reiteró, advirtiendo que permitir su privatización sería equivalente a entregar una parte crucial de la soberanía argentina. En tiempos de crisis económica, donde el valor de la moneda es un tema de debate diario, entregar la impresión de billetes a una empresa extranjera es no solo absurdo, sino peligroso para la estabilidad del país.

El vaciamiento de la Casa de Moneda es solo el primer paso en un plan mucho más amplio, uno que busca transformar el Estado argentino en una sombra de lo que alguna vez fue. Las políticas de Javier Milei, con su retórica antisistema y su desprecio por las instituciones estatales, no solo amenazan la estructura del Estado, sino también la soberanía económica de Argentina. Amichetti ha hecho sonar la alarma; ahora queda por ver si el país está dispuesto a escuchar.

AJUSTE BRUTAL
Que los diputados radicales no dejen sus convicciones en la puerta del Congresohttps://t.co/iL20U6sMoa

— En Orsai (@EnOrsai) October 1, 2024