un ajuste que pone en jaque a las universidades y empuja a los docentes a la precariedad

La reciente intervención de Daniel Ricci, secretario general de la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), en una entrevista radial con Andrea Recúpero en AM530, resuena como un eco de las protestas y la indignación que se siente en todo el país por el rumbo devastador que ha tomado el gobierno de Javier Milei. Ricci no se guardó nada. Con una firmeza que refleja el agotamiento de los sectores educativos, denunció la estrategia de empobrecimiento y desmantelamiento de la educación pública, que el actual gobierno parece estar ejecutando con precisión quirúrgica. La crisis salarial y presupuestaria que afecta a los docentes universitarios es apenas la punta del iceberg de una problemática mayor: el ataque sistemático contra la universidad pública y el bienestar de la sociedad argentina.

El diagnóstico es sombrío. "Estamos 70 puntos debajo de la inflación", sentenció Ricci, exponiendo uno de los problemas más graves del sector. Los docentes universitarios no solo han perdido poder adquisitivo en cifras alarmantes, sino que además perciben, en términos de dólares, los salarios más bajos de toda América Latina. Esta realidad desoladora, sumada a la creciente inflación que no da tregua, coloca a los trabajadores de la educación en una situación de extrema vulnerabilidad. Es imposible ignorar que detrás de esta crisis hay una política deliberada por parte del gobierno de Milei, que Ricci describe sin rodeos: "Vemos un gobierno que quiere una sociedad empobrecida, y eso empieza por destruir la educación pública".

Lo más alarmante no es solo la precarización de los salarios, sino la indolencia con la que el gobierno responde a las demandas de los gremios docentes. En la última oferta paritaria, las autoridades propusieron un aumento que no llega ni al 10% de lo que los trabajadores del sector han perdido en términos reales. La maniobra es clara: se busca desarticular las paritarias y minimizar el conflicto social a través de migajas que ni siquiera alcanzan para paliar el daño inflacionario. La respuesta de Ricci y del conjunto de los docentes universitarios fue contundente: no lo vamos a permitir.

El conflicto no termina en la mesa de negociación salarial. Las implicancias son mucho más profundas. Javier Milei, en su cruzada por achicar el Estado y reducir el gasto público, ha puesto en la mira a las universidades, que históricamente han sido baluartes de progreso, inclusión y desarrollo en Argentina. Según Ricci, el presupuesto destinado a la educación superior es irrisorio: apenas el 0,14% del PBI. "Escuchamos las barbaridades del Presidente sobre el presupuesto universitario", comentó, con una mezcla de indignación y desilusión. Este recorte presupuestario, sumado a la inflación galopante, no solo amenaza la continuidad de las carreras universitarias y la calidad académica, sino que también condena al cierre de laboratorios de investigación y al colapso de proyectos científicos clave para el futuro del país.

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Las declaraciones de Ricci no son solo una denuncia; son un llamado a la acción. El dirigente gremial dejó claro que el próximo miércoles los docentes universitarios se movilizarán al Congreso para exigir que los diputados no "dejen sus convicciones en la puerta del Congreso". Se refería, por supuesto, al veto que el presidente Milei pretende imponer sobre el presupuesto educativo, y que debe ser refrendado o rechazado por la Cámara de Diputados. Para Ricci, el rol de los legisladores es crucial en este momento histórico: "Esperamos que los radicales que dicen defender las universidades voten a favor de la educación pública". La presión sobre los legisladores es inmensa, ya que su decisión definirá si el ajuste sigue avanzando sobre uno de los pilares fundamentales de la sociedad argentina.

El mensaje de Ricci es claro: los docentes universitarios no están dispuestos a ser víctimas pasivas de un plan de gobierno que busca la regresión y el empobrecimiento social. La lucha por salarios dignos es solo una parte de una batalla más amplia, que incluye la defensa irrestricta de la universidad pública, gratuita y de calidad. El país enfrenta un momento crítico, donde la educación y el conocimiento se han convertido en trincheras de resistencia frente a un proyecto político que parece decidido a desmantelar las conquistas sociales.

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Javier Milei y su gobierno se enfrentan a una creciente ola de descontento y protestas, no solo en las universidades, sino en amplios sectores de la sociedad. La comunidad educativa ha dejado en claro que no se quedará de brazos cruzados mientras se destruyen años de progreso y avance en el campo académico y científico. En definitiva, la educación pública está en la mira, y lo que está en juego no es solo el futuro de los docentes universitarios, sino el futuro de una sociedad entera que depende de la universidad para su desarrollo y progreso.

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— En Orsai (@EnOrsai) September 30, 2024