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El asesino de la sociedad Por Juan Alonso

El candidato de la LLA, Javier Milei se siente identificado con un personaje que toma una motosierra y promueve la supresión de los otros y sus derechos. Lo que parece una parodia de una exitosa película de terror de los años ’70, sería un anhelo explícito del engendro de la LLA.

El asesino de la sociedad  Por Juan Alonso

Miercoles 27 de septiembre de 2023 | 23:34

El asesino de la sociedad

El candidato de la LLA, Javier Milei se siente identificado con un personaje que toma una motosierra y promueve la supresión de los otros y sus derechos. Lo que parece una parodia de una exitosa película de terror de los años ’70, sería un anhelo explícito del engendro de la LLA. Ninguna persona medianamente sana en su psiquismo que además pretende gobernar un país como la Argentina utilizaría semejante imagen icónica para conectar con el bien común. El sujeto Milei desea cortar en pedazos. ¿Qué quiere cortar?

Las excusas sobre “recortes de gastos” y destrucción del Estado vienen después del escenario actoral donde los otros son ajenos.

El Estado encarna los límites del padre de Milei y el rencor contra el Fisco que controlaba que pagase los impuestos en las múltiples empresas que fundó.

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La ira y el rencor vienen siempre de lejos. Lo que comenzó siendo un trauma –la frustración de no haber llegado a Primera División de Fútbol como arquero de Chacarita-, se reconvirtió en el deseo de actuar como un líder de una banda de rock. Pero tampoco. Cuando nada de eso funcionó, la Economía y su lógica mercantilista donde el ser humano para Milei sería una mercancía intercambiable, resultó el antídoto de una máscara dentro del sistema de producción capitalista.

Milei habla contra “la casta” pero él pertenece a una casta. Una casta que se niega a pagar los impuestos, que no trabaja en el Congreso pese a ser mandatado por el pueblo, no presenta proyectos, no asiste a sesiones importantes, no participa de ninguna comisión; una casta que derrama discursos de odio, y trata al Papa Francisco como “Satanás en la Tierra”. Por lo tanto, Milei encarna una casta que desprecia a millones de practicantes de la Iglesia Católica en Argentina, América Latina, y el mundo.

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Dicho esto, Milei con su herramienta para cortar madera o carne, remite a uno de los protagonistas del film “La Masacre de Texas” de 1974, inspirada en masacres muy reales protagonizadas por personajes alienados y asesinos en serie.

Fue el caso de Charles Joseph Whitman, que mató a su madre y a su novia –después de almorzar con ellas y dejar por escrito su locura para la posteridad-, y luego asesinar el 1 de agosto de 1966 en la Universidad de Texas a 15 personas y herir a otras 32. “A quien corresponda: he quitado la vida a mi madre. Me subleva el haberlo hecho. Sin embargo, siento que si hay un cielo, ella definitivamente está allí ahora. Realmente lo siento. No duden de que quería a esta mujer con todo mi corazón”, redactó antes de matar a su novia de tres puñaladas en el corazón mientras dormía la siesta.

La película en la que el engendro libertario centra su publicidad actoral y revela su psiquis también tuvo como inspiración los crímenes atroces de un tal Ed Gein.

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En 1957, Gein se dedicó a desenterrar cadáveres y a fabricar trofeos con los huesos y la piel. Confesó que asesinó al menos a dos mujeres y la Justicia de EE UU decidió encerrarlo en un centro para enfermos mentales de la época, todo un campo de tortura.

Había sido criado en Wisconsin por la figura de su padre severo y autoritario que jamás le demostró amor y afecto. Todo ese desamor transformó a Gein en un monstruo que hacía ceniceros con cráneos humanos y usaba partes del cuerpo de las personas para servirse la comida cotidiana.

Norberto Horacio, padre de Javier Milei, fue un padre difícil. Su objetivo era hacer dinero sin pagar impuestos a la DGI. Así creó varias empresas que no tuvieron nada que ver con la vida sacrificada de los colectiveros de los ’80.

El atajo para sobrevivir de Javier Milei se concentró en la mejor forma de ser exitoso: la acumulación de un supuesto saber que le resulta difícil de comunicar en palabras que matiza con [intervenciones] y herramientas para el desmembramiento.

Un personaje de Gunnar Hansen (real) liberal y libertario.

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