Cada vez que enarbolo la palabra coloniaje, es tildada de antigua o perimida, dado que la imagen remite a las viejas formas del colonialismo, desde quienes dijeron "¡tierra!", en los siglos XVlll, XlX y XX, pero que sigue vigente, tanto en sus viejos formatos como los novedosos, que controlan la cultura, la economía, las instituciones y los resortes básicos de la soberanía de nuestro país. Al ser mecanismos sutiles de dominación cultural, se van naturalizando de generación en generación, terminando por constituir formas habituales de relaciones sociales e institucionales
Jueves 26 de agosto de 2021 | 21:30
Los esclavos extraídos a sangre, fuego y dolor del África no sólo fueron sometidos, sino que borraron sus memorias originarias, que se fueron debilitando en el transcurrir del tiempo, aunque por raza y pertenencia, siguieron conservando sus lazos solidarios constituidos en el dolor compartido y la discriminación racista, que sumada a la explotación, constituyeron ejes de su nuevas ubicaciones sociales, desplegando luchas por sus derechos actuales, antes que por la recuperación de memorias perdidas.
No fue lo mismo en los pueblos indígenas americanos, que al no ser trasplantados, conservaron ejes constitutivos de sus memorias antiguas, ligados a la Pachamama, la Madre Tierra matriz indispensable de alimentos y vida, ligados a la transmisión oral familiar y social, que les permitió incluso adoptar y transformar ejes culturales coloniales, a sus propias vivencias colectivas, como la religión, que hicieron propia con sus íconos y mártires. Pero las generaciones jóvenes fueron integrándose a esa cultura colonial, sin abandonar su raíz identitaria, sin esa pérdida enorme de memoria, que significa el vacío mismo de generaciones sin lazos históricos.
Los inmigrantes por lo contrario, no sólo trajeron su identidad y su memoria, sino que fueron capaces de incorporar la misma, no ya como expresión cultural y política de dominación, al conjunto de los pueblos criollos, sino como ensamble sutil y sincrético de una nueva identidad. Se fue forjando un nuevo eje transcultural que atravesó a todas las capas sociales y sintetizó las fusión de culturas, en una nueva conciencia nacional en construcción, pariendo una identidad americana, mestiza, morena, criolla, profunda que construye pensamiento, desde otro lugar, que no es ninguno de los preexistentes.
Esos mecanismos de soberanía política e independencia, son los que intenta borrar el coloniaje en todas sus formas, en un nuevo formato de dominación que pretende hacer sobrevivir generación tras generación, para constituir un nuevo escenario de memoria sumisa y dependiente. Para ello articula las transformaciones del estado a sus intereses, conforma una masa intelectual cuya expresión más independiente puede llegar a ser eurocéntrica, forja relaciones internacionales de sumisión y entrega patrimonial, en su afán explícito de entrar al mundo. Ese diseño no les pertenece a las oligarquías locales, les viene dado, es parte de una invasión del pensamiento y la acción que sólo los tiene de actores mediocres, de guiones y películas dirigidas por terceros de intereses imperiales, siempre externos a los intereses nacionales a los cuales se dedican a denigrar y barbarizar.
Es la vieja confrontación de modelos en su etapa actual. Nada nuevo bajo el sol de la opresión y el condicionamiento y como sucede con los pueblos colonizados, la naturalización de condiciones de vida precarias, son un freno a las demandas emancipatorias y de ampliación de derechos sociales y laborales. Es el Estado Colonial en todo su esplendor imperial, que impide la realización de los sueños postergados de nuestro pueblo, que vivió otras experiencias históricas de Liberación Nacional y de Patria Grande, enterradas por esta situación de apropiación de la historia y el diluir permanente de la memoria popular y sus gestas, hacia la apatía de la resignación. Un verdadero epistemicidio.
Esa situación sólo puede revertirse, identificando claramente las causas que provocan la postergación permanente de la construcción de soberanía popular, visualizando esas condiciones estructurales que el enemigo colocó como valla de contención de los reclamos de redistribución de las riquezas, que intenta contener desde el inicio mismo de la institucionalización de la Nación. Lo que primero fue la caracterización de "la plebe" por parte de "los decentes", ya abrió la brecha entre los amantes de la naturaleza y la de quienes con postes y alambrados se apropiaban de las tierras, eliminando obstáculos y asesinando poblaciones indígenas en nombre de "la modernidad".
Esa mirada se trasladó a los nuevos habitantes de las periferias, esas masas que construyeron una nueva sociología, la "del compadrito" orillero que los oligarcas intentaron utilizar en la manipulación política. Desde el Martín Fierro a Juan Moreira, la expresión de la barbarie según los dueños del poder, que los llevó a constituir un marco legal, como la Ley Saenz Peña en un intento de contener las masas para institucionalizarlas, con un marco socio económico de explotación laboral, más que con derechos cívicos. Les fue mal porque desde la Revolución del Parque en adelante, las masas suburbanas entendieron la posibilidad de avanzar en un poder postergado por la historia, que lleva al Peludo Irigoyen a erigirse en la reivindicación del pueblo emergente.
El rol de los sectores dominadores y colonialistas, lo explica bien aunque no coincido en su conceptualización, Ernesto Seman en su libro Breve historia del anti populismo, en la descripción sociológica de los intentos de esos sectores por ampliar la brecha entre quienes consideraban carne de cañón para el trabajo, la guerra y la explotación y los decentes, que dueños del poder, trabajaron las diferentes etapas históricas construyendo en forma permanente confrontación binaria, a sangre y fuego, que en los institucional se comenzó a expresar sin pudor con Irigoyen y desparpajo con Perón. Con la diferencias de miradas con el autor, si debo coincidir que ha sido a lo largo de la historia ese anti populismo, el gestor de las desgracias de nuestro país, aunque olvida Seman, poner énfasis en la condición colonial de imposición a la que fue sometido el pueblo y la Patria, por parte de las fuerzas imperiales y sus aliados cipayos locales.
Ya que lo relata desde otro lugar, quiero completarlo desde el crédito de la Baring en adelante, con Rivadavia declarando traidor a la Patria San Martín, Sarratea y Alvear entregando a la Provincia Oriental a los portugueses para declararlo traidor a Artigas, podemos seguir con la "espada sin cabeza" de Lavalle fusilando a Dorrego, para ahogar el federalismo incipiente. Es la historia argentina amputada por Mitre evitando mostrar la claudicación nacional al Imperio inglés, mientras denigra al ser nacional, colocando a los héroes en un bronce lejano, inhumanos y distantes, para evitar que contagien patriotismo.
Siguen los sangrientos episodios de represión obrera en la Patagonia, los quebrachales chaqueños, los Talleres Vasena, las dictaduras cívico militares, las proscripciones del peronismo, los fusilamientos y desapariciones, las persecuciones judiciales, los encarcelamientos, los linchamientos mediáticos todo en un mismo formato de dominación y dependencia, que no duda a la hora de recuperar el poder, a como se pueda, si es con sangre que fluya, si es con mentiras que sean seudo democráticas, con proscripciones de ser necesario, encarcelando dirigentes también. Todo vale en el formato colonial para preservar el edificio que les brinda protección e inmunidad.
Ese fue el derrotero del gobierno anterior, esa es su dinámica actual como oposición, con todos los instrumentos necesarios a su alcance en la maquinaria de impedir, de bloquear y de hacer fracasar cualquier iniciativa, en una actitud criminal cuando se trata de políticas sanitarias en medio de una guerra Pandémica. Es su peor cara: la asesina, la que se esconde diariamente amparada por la protección mediática de ese poder colonial, que se hace hegemónico en el espacio simbólico de la conciencia colectiva de los argentinos, en una batalla comunicacional que llevamos perdiendo, aunque hayamos ganado la batalla por la vida de millones de compatriotas, pero que ha sido denigrada a cada paso, debilitando su consolidación política.
Definitivamente ahí está la madre del borrego desde el punto de vista político. Podremos enarbolar los mejores planes estratégicos, también mostrar débilmente las victorias sobre el negacionismo proyectando vida, nuevos sistemas de salud y educación pública y planes de trabajo, pero todo será inútil sin la necesaria identificación de un enemigo Colonial, que intenta consolidar su liderazgo, hacia la construcción de un país pequeño, un pueblo excluido y un sistema económico primarizado y concentrado. Esa es la Modernidad propuesta de ingreso al mundo, para limpiar los baños de los poderosos de turno.
El Movimiento Nacional y Popular se debe a sí mismo recuperar un proceso de Liberación nacional y Social, de base doctrinaria peronista, llevando a la Comunidad Organizada, con el Pueblo empoderado de popular institucionalizado, como eje de construcción esencial para la toma del poder, sin tener que recorrer los pliegues de un colonialismo asfixiante y amputante de las posibilidades de reconstrucción de la Patria Matria Grande Soberana.
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