En una trágica conclusión de una historia marcada por la opresión y la impunidad, el ex juez de la dictadura cívico militar, Roberto Catalán, falleció en la vía pública. A pesar de su condena por crímenes de lesa humanidad perpetrados durante el régimen dictatorial, Catalán había violado reiteradamente su prisión domiciliaria sin enfrentar consecuencias. Su muerte pone de relieve los desafíos de la justicia y la persistente lucha por la memoria y la verdad en Argentina.
Redacción EnOrsai // Lunes 07 de agosto de 2023 | 06:30
Nombrado por Jorge Rafael Videla como Juez Federal de La Rioja en 1976, Catalán se convirtió en un engranaje clave de la maquinaria represiva de la dictadura. Su papel en la violación de los derechos humanos incluyó la toma de declaraciones indagatorias a víctimas de torturas y secuestros, perpetuando un sistema de impunidad que garantizaba la continuidad del terrorismo de Estado en la provincia. A pesar de las denuncias y los reclamos sociales, Catalán logró sortear las consecuencias de sus acciones durante años.
La justicia le impuso una condena de 12 años por su participación en crímenes de lesa humanidad, pero el beneficio de prisión domiciliaria otorgado y la falta de vigilancia efectiva permitieron que Catalán continuara violando su condena en las calles. Escraches y llamados de atención de la sociedad no lograron poner fin a su impunidad. Incluso la fiscal federal Virginia Carmona había solicitado la revocatoria del beneficio en 2019, sin éxito. La muerte de Catalán el 6 de agosto de 2023 en pleno centro de La Rioja pone fin a este capítulo de impunidad, pero también pone en evidencia las deficiencias del sistema de justicia en hacer efectivas las condenas por crímenes de lesa humanidad.
La figura de Catalán fue emblemática en la Mega Causa Menéndez, donde 65 imputados enfrentaron juicio por sus roles en la represión. Su condena, sin embargo, quedó por debajo de las expectativas de quienes buscaban justicia y verdad. La Fiscalía había solicitado prisión perpetua debido a su participación activa en los crímenes, pero solo recibió 12 años de prisión por encubrimiento de secuestros, tormentos, homicidio y asociación ilícita.
Su fallecimiento sin un nuevo veredicto que ajustara su condena a la gravedad de sus crímenes subraya la necesidad de continuar luchando por una justicia plena y verdadera. Las voces de las víctimas y sus familias, así como la sociedad en su conjunto, deben recordarnos la importancia de no olvidar y de perseguir la rendición de cuentas. La partida de Catalán, marcada por la violación de su condena y el incumplimiento de su responsabilidad, es un recordatorio de que la búsqueda de justicia y verdad en Argentina es un camino que aún debe recorrerse.