La negligencia del gobierno y las obras sociales en la entrega de medicamentos oncológicos amenaza la vida de miles de argentinos. Fernanda Calistro lucha diariamente para obtener el tratamiento oncológico de su madre, en medio de la indiferencia y burocracia de las autoridades y obras sociales en Córdoba. La dramática situación pone en evidencia la falta de acción del gobierno de Javier Milei.
Santiago Ríos // Jueves 11 de julio de 2024 | 12:54
(Por Santiago Rios) La situación de los pacientes oncológicos en Argentina es alarmante. Fernanda Calistro, hija de una paciente oncológica de Córdoba, es un ejemplo claro de la negligencia y abandono que sufren miles de familias a lo largo y ancho del país. Su madre, afiliada a la obra social APROS, que en Córdoba cumple un rol similar al de PAMI, enfrenta una lucha diaria no solo contra el cáncer, sino también contra un sistema que parece estar diseñado para ignorar las necesidades de los más vulnerables.
Desde fines de marzo, Fernanda ha estado batallando incansablemente para lograr que su madre recibiera un tratamiento oncológico urgente. A pesar de la gravedad del diagnóstico, la burocracia y la falta de respuestas por parte de APROS han retrasado el inicio del tratamiento durante dos largos meses. "Estuve yendo casi todos los días a la obra social, peleando, hablando con gente, un desgaste impresionante, y mientras, viendo el deterioro de la persona con el correr del tiempo", relata Fernanda.
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Finalmente, cuando lograron la autorización y la primera dosis del tratamiento fue administrada, parecía que la lucha había dado sus frutos. Sin embargo, la realidad fue aún más cruel. El tratamiento requiere dosis cada 20 días, y la segunda dosis nunca llegó. La desesperación de Fernanda y su madre se transformó en una angustia constante, mientras la salud de la paciente se deteriora día tras día.
El precio de la inmunoterapia, una droga moderna y costosa, asciende a entre 8 y 10 millones de pesos. Este costo es imposible de asumir para la mayoría de las familias argentinas, especialmente para jubilados como la madre de Fernanda, quien aportó más de 30 años como docente. La situación se vuelve aún más desesperante cuando la respuesta de la obra social es un silencio ensordecedor. "Sigo obteniendo silencios por parte de ellos, y bueno, mi mamá ahora está complicada, internada y con otra cirugía que le tienen que hacer a raíz de la enfermedad", explica Fernanda con una mezcla de frustración y tristeza.
El abandono no es solo de la obra social. El gobierno provincial y nacional, bajo la administración de Javier Milei, también han mostrado una indiferencia alarmante. La cadena de negligencia y falta de acción se extiende desde los funcionarios locales hasta las más altas esferas del poder. "El Estado tampoco está haciendo nada porque esto se cumpla", denuncia Fernanda, resaltando una problemática que se replica en toda Argentina.
La burocracia y la falta de sensibilidad de las autoridades no solo retrasan los tratamientos, sino que ponen en riesgo la vida de los pacientes. Los oncólogos advierten que interrumpir un tratamiento oncológico es incluso más perjudicial que no iniciarlo, ya que las células cancerígenas pueden desarrollar resistencia. "Las células cancerígenas no esperan a que APROS se digne a atender lo que debe atender", enfatiza Fernanda, reflejando una realidad cruel que enfrentan miles de argentinos diariamente.
La lucha de Fernanda es también una lucha por la dignidad y el derecho a la salud. Cada día es una batalla contra la indiferencia y el abandono, una lucha que muchos argentinos libran en silencio. La tragedia de su madre es un reflejo de un sistema de salud colapsado, donde la burocracia y la falta de recursos se combinan para condenar a los más vulnerables.
La falta de medicamentos oncológicos y la ineficiencia del sistema de salud no son problemas nuevos, pero la administración de Javier Milei ha exacerbado la situación. Las políticas de ajuste y la reducción de presupuestos en salud han dejado a miles de pacientes sin la atención necesaria. Este abandono estatal es una sentencia de muerte para aquellos que dependen de tratamientos costosos y urgentes.
La historia de Fernanda y su madre es un llamado a la acción. La sociedad no puede seguir permitiendo que la vida de los pacientes oncológicos dependa de la burocracia y la ineficiencia. Es necesario un cambio profundo en el sistema de salud, donde la vida y la dignidad de las personas sean prioritarias.
Mientras tanto, Fernanda sigue luchando, esperando que su voz y la de muchos otros sean escuchadas. La indiferencia no puede ser la respuesta a la desesperación de quienes solo quieren vivir.
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