que culpa tiene el tomate

En el país de la crueldad neoliberal creíamos que ya ninguna represión nos sorprendería

La represión brutal de la policía de la ciudad de Buenos Aires contra los humildes productores rurales que llevaron la verdura cosechada para venderla a bajo precio e incluso regalarla a las personas que transitan por Plaza Constitución, sí que sorprende y duele, por su crueldad precisamente.

En el país de la crueldad neoliberal creíamos que ya ninguna represión nos sorprendería

agenciatimon.com // Sábado 16 de febrero de 2019 | 13:30

(Por Jorge Giles)  De un lado estaban los productores con sus tomates, lechugas, zapallos, papa, batata, ajos, zanahorias, rúculas, perejiles. Junto a ellos empezaban a enfilar cientos de compatriotas de distintas clases sociales, pero mayoritariamente trabajadores, ocupados y desocupados, jubilados, víctimas todos de la política económica del gobierno de Macri y que se aprestaban a comprar las verduras en bolsas de 10 pesos.

Del otro lado, la guardia pretoriana de Rodríguez Larreta, lista para reprimir cualquier intento que subvierta el orden impuesto por la política de hambre y destrucción del empleo y la producción.

La crueldad cuanta más cruel es, suele ser grotesca. Y esta acción represiva lo fue a la vista de todos, televisión y radios mediante. La policía se comunicaba a viva voz con su superioridad intercambiando mensajes como si fuera un combate contra un enemigo feroz.

“Están bajando cajones de verdura”.

“Describa el contenido”.

“Tomates y otras verduras”.

“Avancen”.

Ahora vienen las justificaciones oficiales: los productores no tenían la autorización administrativa del gobierno porteño.

¿Y para cuando presentan ellos, los gobernantes, permiso para endeudarse en nuestro nombre, para ejecutar los tarifazos, para extorsionar empresarios y ex funcionarios, para multiplicar la cantidad de pobres en todo el país?

Reprimen a los trabajadores que vinieron a la plaza a regalar prácticamente sus productos, pero no reprimen a sus socios financieros que vinieron a robar cientos de millones de dólares día a día a todos los argentinos.

Están pasando un límite muy peligroso. Están provocando fieramente a los hombres y mujeres que vivieron siempre de su propio trabajo y que tienen las manos callosas de labrar la tierra, de arrancar sus frutos y verduras para poder venderlas a los consumidores.

Si no hay políticas públicas de protección del mercado interno, si no hay estímulo al consumo popular, si no hay plan económico que proteja a los que producen, a los que trabajan, a los que sostienen el país ¿no debería conmovernos y enorgullecernos que haya trabajadores que ofrecen sus productos a 10 pesos y son capaces ellos mismos de organizarse y trasladarse hasta las plazas de la ciudad para hacerlo posible?

No sólo que no los estimulan económicamente, no sólo que los abandonan a su suerte, sino que encima los reprimen y les roban su mercadería.

Cuando algunos diputados se acercaron para solidarizarse con los reprimidos intentando frenar la represión policial, también fueron agredidos. Tal el caso de los diputados Horacio Pietragalla y Miguel Funes. Vale aclarar que apenas cumplían con su responsabilidad legislativa que es justamente representar al pueblo allí donde se requiera. ¿Por qué decimos esta obviedad? Porque desde la cadena de medios de difusión del gobierno aprovecharon para etiquetar el hecho como “un acto kirchnerista”. Los diputados sirven para hacer proyectos y para poner el cuerpo ante el conflicto social. Es lo que hicieron.

Lo sucedido en Plaza Constitución, con la policía disparando gas pimienta a trabajadores de la tierra y al público en general, es decir, a productores que hacían un Feriazo para exponer la dramática situación por la que atraviesan, que es la misma que atraviesan todos los compatriotas, está demostrando que el gobierno de Macri, Vidal y Larreta no tiene retorno en su plan de gobierno, al que podríamos sintetizar con palabras de uno de los quinteros: “nos roban, nos reprimen, nos empobrecen, pero no vamos a rendirnos”.

Que los habitantes de las ciudades tomen nota de esto. Están disparando contra todos porque el tomate lo comemos todos. Hasta ahora.

Que guardemos en la memoria estas crueldades. Para que no lo olvidemos el día que vayamos a votar.

Que así sea.

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