El año pasado fue el cuarto más caluroso de los últimos 133 años, advierte un informe oficial. Se disparó la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. La polución cruza los océanos.
El smog causado por la contaminación en Pekín ha llegado a nublar la ciudad hasta el punto que han instalado pantallas de televisión gigantes en plazas que reproducen amaneceres virtuales.
Luis María Galo // Miercoles 22 de enero de 2014 | 08:57
Prepárese, el planeta se torna insoportable. Puede que el bochorno del último diciembre sea cada vez más frecuente. El año pasado empató con 2003 como el cuarto año más caluroso en el mundo en los registros que datan de hace 133 años. No lo dicen esos chiflados que anuncian el Apocalipsis, sino una fuente tan seria como la Administración Nacional para los Océanos y la Atmósfera de Estados Unidos.
El organismo, conocido como NOOA por sus siglos, destacó que la temperatura promedio mundial de 2013 fue de 14,52 grados. De este modo, -y he aquí el dato más relevante- nueve de los diez años más calientes registrados desde 1880 han ocurrido en el siglo XXI. Y el más caliente de todos fue 2010.
Al mismo tiempo, la NASA, que hace sus cálculos en el Artico y en otros lugares remotos de una manera diferente, dijo que el 2013 fue el séptimo más calido registrado con una temperatura media de 14,6 grados. Australia y países de Asia central y del centro de África soportaron temperaturas sin precedentes.
En los últimos cincuenta años, la temperatura media anual del mundo ha aumentado 0,8 grados, según la NOOA. “Las tendencias más largas muestran que el mundo ha visto un calentamiento bastante drástico desde la década del sesenta”, confirmó Thomas Karl, director del Centro Nacional de Datos del Clima de la NOAA en Asheville, Carolina del Norte. “Y si bien el calentamiento fue menor en la última década, las tendencias no van a desaparecer”, remató.
LA PLAGA HUMANA
La pregunta del millón para la ciencia es si este calentamiento, que entre otros fenómenos deletéreos aumenta el número de desastres climáticos como huracanes o inundaciones, se debe a causas naturales o a la mano del hombre. El Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA no tiene dudas. La plaga somos nosotros, la especie dominante del planeta.
Los gases de efecto invernadero, principalmente el dióxido de carbono (CO2), atrapan el calor en la atmósfera y provocan cambios en el clima. Debido a la acción humana, la concentración de estos gases (que se generan de forma natural pero fundamentalmente quemando petróleo, gas y carbón) se encuentra en el nivel más alto de los últimos 800.000 años. Cuando el Instituto Goddard comenzó a medirlo en 1880, la concentración de CO2 en el aire era de 285 partes por millón. ¿Sabe cuándo fue el año pasado? Superaron las 400 partes por millón.
Y nadie esta salvo. Ayer también se conoció un informe de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos que destaca que las nubes de contaminación que oscurecen los cielos de Pekín y otras ciudades chinas son también responsables del smog en lugares tan remotos como Los Ángeles. La polución, por ende, es capaz de cruzar los océanos, en seis días aproximadamente, según el trabajo. Estos contaminantes son considerados causantes de enfermedades como cáncer de pulmón, enfisemas y asma.
Pero no se trata de culpar sólo a la explosivo crecimiento industrial de China y otros países en desarrollo sino de tratar de definir una conciencia planetaria. “La cooperación internacional sobre polución atmosférica transfronteriza debe confrontar la pregunta de quién es responsable por las emisiones de un país durante la fabricación de bienes para satisfacer el consumo de otro”, plantea Steve Davis coautor del estudio y profesor de la Universidad de California.