Ante el caso de la chica chilena asesinada en Almagro, el diario La Nación tituló: "Aseguran que la joven chilena asesinada en Almagro era una persona 'muy sociable´". Y a raíz de la desaparición de Melina, Clarín afirmó que su vida "no tenía rumbo". ¿Justificación de los crímenes?
Andrés Brown - Redacción En Orsai // Martes 16 de septiembre de 2014 | 14:03
"Una fanática de los boliches, que abandonó la secundaria", se titula la desafortunada nota del diario Clarín qeu busca trazar un perfil de Melina Romero, la chica de 17 años que fue vista por última vez la madrugada del 24 de agosto.
Y sus primeras líneas despejan toda duda sobre lo que el autor de la nota, que salió sin firma, piensa de la menor: "La vida de Melina Romero, de 17 años, no tiene rumbo. Hija de padres separados, dejó de estudiar hace dos años y desde entonces nunca trabajó".
El 23 de agosto último, la adolescente de 17 años fue a celebrar su cumpleaños a un boliche de San Martín y nunca regresó. Las cámaras de seguridad de la zona mostraron a la menor mientras se retiraba del lugar, y los sospechosos detenidos ya son cinco.
Pero más allá del caso en sí, existe una segunda injusticia en la cobertura de los medios -Clarín no es el único caso-, que intentan darle una especie de sentido o explicación moral a los abusos, los crímenes y las violaciones.
Una operación que sin falta se realiza desde una mirada conservadora, machista y prejuiciosa que queda a un paso de justificar el homicidio.
En julio pasado, ante un terrible homicidio, esta vez de Nicole Sessarego Bórquez, una joven chilena de 21 años asesinada de once puñaladas en Almagro, el sesgo informativo fue similar.
El diario La Nación tituló entonces: "Aseguran que la joven chilena asesinada en Almagro era una persona "muy sociable".
Nicole era estudiante de Periodismo de la Universidad de Playa Ancha (Chile) y se encontraba desde febrero realizando un intercambio en la Universidad de Buenos Aires, a donde llegó por medio de un "convenio de movilidad".
Ante otros dos casos paradigmáticos, hubo una mala práxis similar: el secuestro y homicidio de Candela Rodríguez, de 11 años, y el asesinato de Angeles Rawson, de 16 años.
Hubo hipótesis demonizantes, infundadas y estigmatizantes (violando el derecho a la presunción de inocencia); se filtraron imágenes y testimonios cuando existía todavía secreto de sumario (violando el derecho al debido proceso), y se sobreexpusieron a los familiares y amigos de las víctimas, manipulando su dolor.