Superado el frenesí del balotaje y su (casi) batacazo, Martín Lousteau se prepara para volver a su banca como diputado, actividad a la que no le dedica mucha atención. Su objetivo ahora es nacionalizarse y aprovechar el módico trampolín de la UCR.
Ricardo Acosta - En Orsai // Martes 21 de julio de 2015 | 16:37
Ya pasó la elección porteña y seguramente la espuma del sorpresivo resultado dejará, de a poco, el centro de la escena mediática.
En su reemplazo, las elecciones nacionales y la próxima PASO coparán las miradas: de ahí se resolverá la suerte de los 13 binomios presidenciales que llegarán a la final de octubre.
La irrupción de Lousteau en la vida opositora lo situó sorpresivamente en la primaria de UNEN dos años atrás, y ese momento de 2013 significó el arranque de una carrera meteórica en el escenario político.
Desplazó primero al economista Prat Gay (su amigo y mentor en los años del duhaldismo) y al ex camarista Ricardo Gil Lavedra, para cobrarse por el mismo precio la minoría a la que aspiraban los que habían defeccionado del kirchnerismo desde Libres del Sur. Carrió y Solanas, se descontaba, ganarían aquella primaria.
Dura derrota en aquel año para quienes entendían que serían protagonistas de aquella fallida entente opositora.
Casi sin campaña y con un sector minoritario del radicalismo, ligado a la UBA y a su Facultad de Ciencias Económicas, “Guga” como lo llamaban años atrás, se quedó en 2013 con la banca de diputado nacional, que todo indicaba iba a ser meramente testimonial… Ya nadie recuerda que ese lugar en aquella lista, hasta horas antes de su ingreso triunfal, lo ocupaba el dirigente velezano Raúl Gámez, de larga tradición en el partido centenario.
Lousteau llegó a su banca en el Congreso Nacional y no dudó: constituyó un bloque propio, el de Suma+, hecho que aún no ha cicatrizado en el reducido universo radical.
Se liberó de este modo, de las tediosas reuniones del bloque de la UCR y del disciplinamiento, que a veces, esa identificación conlleva.
Allí deberá volver en los próximos días, aunque sin muchas ganas: el ex ministro no parece ser de los que disfrutan la vida parlamentaria. Poca presencia en el recinto, pocas reuniones en su despacho y solo dos comisiones (Energía y Presupuesto y Hacienda) que lo tienen como vocal.
Desde diciembre que no presenta un proyecto de su autoría como firmante: el último data del 3 de diciembre del año pasado, cuando propuso el traspaso de la justicia nacional a la órbita porteña, seguramente asesorado por María, su hermana abogada y defensora en el poder judicial local.
En la última sesión, y en medio de la campaña porteña, no se acercó para acompañar el voto unánime de todos los bloques parlamentarios a la movilidad de la AUH (aclaración: la campaña local se desarrolló en la misma ciudad donde tiene sede el Congreso Nacional).
Martín ya no será el mismo luego del resultado del domingo. La sorpresa también lo atrapó a él, que nunca se imaginó tan cerca en el balotaje. Por debajo de los 10 puntos de diferencia, en su entorno, todos se daban por conformes. Sin embargo, las dos bocas de urna, la del socialismo y la UCR, dieron resultados similares 52% a 48%. Las miradas que se entrecruzaron en el quinto piso del Comité Capital de la UCR: fueron de incredulidad y desconfianza a los fiscales que "acercaban" vía telefónica el puñado de mesas testigo, que se suelen utilizar en estos casos.
No obstante, el número final consolidó ese resultado, y fue entonces el tiempo de repensar qué hacer en el post domingo.
Desde hacía días, y por lo bajo, los radicales se frotaban las manos soñando con su anuncio. Lousteau le había adelantado a Yaco (Emiliano Yacobitti), su decisión de votar a Sanz en la PASO del 9. Hay en el entorno de Martín un agradecimiento especial y una convicción acerca de que el radicalismo, 2001 mediante, sigue siendo el único garante de la presencia callejera y de la fiscalización.
Y se generó una simbiosis fuerte con algunos de ellos, como Juan Nosiglia (hijo del ex ministro); Emiliano Yacobitti; Leandro Halperín y el precandidato a diputado de la UCR, Mariano Genovesi.
Éste último se transformó en el protagonista incómodo de la elección, al llevar al Tribunal Superior de Justicia porteño decenas de presentaciones judiciales que disgustaron y complicaron la gestión de las elecciones por parte del macrismo.
Lousteau, en medio de una recorrida por Boedo, el sábado previo a la elección, le reclamó públicamente a Manuel Garrido (precandidato en la PASO de Progresistas) que le pusiera “garra” a la defensa de su candidatura a Jefe de Gobierno, como lo venía haciendo Genovesi.
Las denuncias sobre corrupción y manejos violentos que venía recibiendo por algunos incómodos compañeros de ruta, especialmente aquellos que tenían que ver con la salud en la UBA, mellaron la confianza personal del retador y lo golpearon en los tramos finales de la campaña.
El hoy diputado se tomará unos días de descanso, hecho que ya anunció públicamente en su recorrida por los estudios de TV, para luego sí, volver a dar algún guiño cómplice con la UCR hacia adentro de la PASO de Cambiemos.
Las encuestas, que hoy atraviesan su peor cuarto de hora, le dan nulas posibilidades de triunfo al senador mendocino Ernesto Sanz en esa primaria presidencial, que todos descuentan tendrá a Mauricio y a Gabriela como sus ganadores.
Será ahí el turno de ver un nuevo Lousteau, que intentará reordenar su nave. Y una vez terminada la PASO de Cambiemos, con un Macri casi seguro vencedor, tendrá guiños favorables hacia Margarita Stolbizer. La ex radical, quien apunta a superar el tamiz de la PASO, lo aguarda con ganas.