Quien fuera el mandamás de la AFA asumió su cargo en 1979, sobrevivió a la dictadura, atravesó el alfonsinismo, el menemismo, la trágica experiencia de la Alianza y la muerte lo alcanzó en tiempos de kirchnerismo. Su relación con el poder político y económico como líder de la pasión más grande de los argentinos.
Marco D'Andrea // Redacción En Orsai // Miercoles 30 de julio de 2014 | 16:34
De oficio, ferretero, Julio Humberto Grondona asumió la presidencia de la AFA en 1979, allí sucedió a Alfredo Cantilo quien ostentaba el cargo desde el inicio de la dictadura militar en 1976. En tiempos de represión ilegal comenzó a construir su poder sobre los lineamientos trazados por el propio Cantilo, son conocidas sus fotos junto a Videla pero él negaba cualquier relación: “"A mí me eligieron los clubes, no el almirante Lacoste".
En 1983 rechazó una oferta de la UCR, partido político al que estaba afiliado desde 1964, para ser intendente de Avellaneda. Ninguna propuesta lo sacaría de la AFA, ni siquiera la tentación de ser presidente de la FIFA, cargo que lo hubiera obligado a dejar el sillón de mandamás del fútbol argentino y que “Don Julio” no estaba dispuesto a resignar.
En 1986 la Selección argentina de Bilardo y Maradona logró el segundo título mundial en México. Al momento del retorno al país Grondona estrechó manos con Raúl Alfonsín quien le había ofrecido aquella vieja candidatura. Aquel sería el último retorno triunfal de la selección mayor.
En distintas ocasiones varios gobiernos buscaron desplazar a Julio Grondona como Presidente de la AFA y chocaron contra un muro infranqueable; la legislación de la FIFA propuesta por el propio argentino. El estatuto de la máxima autoridad del fútbol mundial prohíbe la injerencia de los estados nacionales en las federaciones de cada país y en caso de que esta situación se suscite, la FIFA tiene poder para suspender a la entidad intervenida. Esta estructura política le garantizó al propio Grondona una suerte de inmunidad de hecho, ya que ningún presidente hubiera querido contar entre sus logros con la suspensión de la AFA y la ausencia de la Selección en los mundiales.
La década menemista también encontró a Grondona sentado en el sillón de la AFA. En un contexto de privatizaciones, neoliberalismo y explosión de las telecomunicaciones, la entidad que rige los destinos del fútbol argentino comenzó a profundizar un camino que aún hoy es cuestión de polémica: la televisación. En tiempos de Carlos Menem, el fútbol también privatizó su imagen y los vínculos del mandamás de la AFA no sólo lo llevaban a reuniones en la Quinta de Olivos sino que también lo sentaban en oficinas de Carlos Ávila y más tarde del Grupo Clarín.
El breve y trágico paso de Fernando De La Rúa en el poder no estuvo exento de anécdotas y movidas alrededor de “Don Julio” quien por su estrecha relación con la administración previa despertaba sospechas en Balcarce 50. Así, desde el Gobierno Nacional en ese momento encabezado por la UCR comenzó a filtrarse el nombre de Raúl Gámez, radical y hombre de Vélez, como posible sucesor o al menos, contralor en la AFA. Todo quedaría sepultado debajo de la mayor crisis económica y política que haya vivido la Argentina.
Tras las presidencias que duraron días y el mandato de Eduardo Duhalde llegó Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación, sin embargo, el suceso más importante de la década kirchnerista vinculado al fútbol llegaría en el mandato de Cristina Fernández de Kirchner con el Fútbol Para Todos, una propuesta que rompió un negocio millonario entre privados y devolvió la televisación de los partidos a la televisión pública, sin restricciones.
La inversión del Estado en Fútbol Para Todos es cuestionada desde la oposición e incluso candidatos presidenciales como Mauricio Macri no dudaron en asegurar que la transmisión del fútbol debería volver a ser privada. Sin embargo, los sondeos de opinión muestran un gran apoyo a las televisaciones abiertas.
A poco más de un año de finalizar el que aseguró sería su último mandato, el corazón de Julio Grondona se apagó. Más que vivir a la sombra del poder, “Don Julio” supo condicionarlo y asegurarse la continuidad en un rol que sólo la muerte podía obligarlo a abandonar. Ahora se largará una pelea por la sucesión y las distintas fuerzas políticas buscarán instalar en forma casi fantasmal, sus candidatos.
El fútbol en Argentina es una cuestión de Estado y el nuevo Presidente de la AFA tendrá también vínculos políticos que podrán estar a la vista o no. Se terminó una era que atravesó 13 Presidentes; se murió “Don Julio”.