El protegido de los medios y recientemente declarado persona ilustre por Mauricio Macri, es el fiscal más denunciado por jueces, fiscales, legisladores y particulares. Espía a sus empleados e inventa procedimientos.
Javier Lema - Redacción Enorsai // Domingo 08 de junio de 2014 | 13:23
El pobrecito fiscal José María Campagnoli, así descripto por los medios afines y el PRO, por el inminente juicio que deberá enfrentar y donde posiblemente quede destituido de su cargo, tiene un costado no difundido.
El berretín mediático es tratarlo como a un perseguido. Un Julian Assange del tercer mundo que por divulgar cosas que no debía debe pagar el costo. Y la inocencia de algún espectador puede ayudar a tejer una historia, que para ser cierta debería involucrar a tantos poderes y tantas personas que es inverosímil.
Fuera de esa discusión existen pruebas que hablan del trabajo del fiscal Campagnoli. Enorsai, a través de fuentes de la Procuración General de la Nación, puedo saber que son muy pocos los que quieren trabajar en “el equipo” de esa fiscalía. El régimen es poco mas que totalitario, contaron a este medio, “no hay horarios, ni disculpas, tenés que ser católico y si no tenés familia que te ocupe tiempo mejor”.
“Es una cofradía”, continuó la descripción de la fuente citada, donde la exigencia abusiva y los gritos son moneda corriente.
Pero esto hablaría sólo de ciertas actitudes del “conductor” de la fiscalía y deja afuera lo que consta en el papel.
El fiscal Campagnoli, es el más denunciado por jueces, fiscales, vecinos, y legisladores de todos los fiscales en función. Pesan sobre él 20 denuncias. El motivo, casi siempre el mismo: abuso de poder, mal desempeño e irregularidades en la investigación.
Según cuenta Raúl Kollmann en Página 12, “un reciente informe sobre el estado de su fiscalía establece que de las 3.900 causas que oficialmente decía tener en curso, existen sólo 380 reales, las demás son inexistentes (o prescriptas). En algunas de ellas, hace dos años que no registra ningún movimiento ni presenta ningún escrito. Por su fiscalía pasaron unos 100 empleados, de los que se fueron 80 por el particular estilo de ‘conducción’. Quedan a su lado unos 15 incondicionales que, según las ex empleadas que lo denuncian, responden a características muy precisas: ‘varones, nacionalistas, ultracatólicos, preferentemente rugbiers y/o militantes del PRO’”
Otra de las características del fiscal es el hostigamiento a empleadas, en especial mujeres.
“Me decía Muda, no me dirijas la palabra, no quiero verte ni cuando venís ni cuando te vas”, contó María de los Ángeles Giménez, una secretaria letrada, abogada y con posgrados. Ella misma, junto a otros integrantes de la fiscalía denunciaron a Campagnoli por filmarlos de forma ilegal y testimoniaron que pedía secuestros de vehículos sin orden del juez, les mandaba a sacar fotos a jóvenes de condición humilde del Barrio Mitre, incluso a menores, o intentaba elevar a juicio, sin siquiera procesar al imputado “algo que no haría ni un estudiante de derecho”.
Kollmann cuenta que todos estos datos sobre el recientemente designado Ciudadano Ilustre y Personalidad del Ámbito de las Ciencias Jurídicas “surgen de los expedientes y la documentación de su record de denuncias en contra. Uno de los expedientes más frondosos –y que no se llegó a terminar para el juicio que se le está siguiendo al fiscal– es el que se instruyó por su actuación en el Barrio Mitre, el que suele inundarse en Saavedra”.
Esa denuncia la presentaron el legislador Jorge Taiana (ex canciller de la Nación) y el diputado nacional Leonardo Grosso y tiene testimonios de ex empleados –de rango importante dentro de la fiscalía– que estuvieron bajo las órdenes de Campagnoli.
“En ese expediente hay declaraciones de vecinos que dicen que Campagnoli allanaba al grito de ‘te voy a matar, negro de mierda’. Pero más llamativo es el testimonio de una secretaria letrada quien cuenta que ‘Campagnoli tenía sobre su escritorio un cuadro de fotografías, no tomadas de expedientes judiciales sino captadas por integrantes de su equipo, de manera ilegal, en la calle, con una cámara oculta en una caja. Hacía un mapa del delito en el que marcaba con una equis las casas del Barrio Mitre en las que vivían los familiares de un joven que hubiera cometido un delito. Lo hacía aunque esos familiares, que vivían en otras casas, no hubieran cometido nunca un delito. Así catalogaba y estigmatizaba familias enteras, por el sólo hecho de que alguna vez, algún familiar o vecino, hubiera cometido un delito’. Una de sus consignas, según los testimonios, era ‘me paso por el orto al Pacto de San José de Costa Rica’”, publicó Página 12.
María de los Angeles Gutiérrez, actual secretaria penal de la fiscalía correccional de Saavedra, denunció espionaje ilegal a los propios empleados. “Encontramos una filmación que el equipo de Campagnoli había dejado, por error, en una computadora. Aparecíamos filmados hablando los que no éramos de su equipo. Hicimos la denuncia, intervino un fiscal, allanaron la fiscalía y, sin embargo, el expediente se perdió durante la gestión anterior de la Procuración. Quienes objetamos ese accionar ilegal éramos hostigados, maltratados, con gritos, burlas. Muchos empleados, con carrera hecha, se fueron asustados e incluso prefirieron empezar en otro lado su carrera judicial”, contó Gutiérrez.
Las denuncias por maltrato y hostigamiento son numerosas, pero las mas graves en términos de justicia son las que los propios jueces realizaron en contra del fiscal por abuso de poder, por realizar investigaciones de forma ilegal o fuera de los procedimientos judiciales.
El santo fiscal, que habría contado con la anuencia del anterior procurador General de la Nación, Esteban Justo Righi, tarde o temprano deberá enfrentar a la justicia, aunque tal vez para él tenga el mismo significado que el Pacto de San José de Costa Rica.